Abandono, por ahora, la arena movediza de la política. Quiero acercarme a la vida sin olvidarme de la muerte, porque son dos facetas de los humanos a las que estamos inexorablemente uncidos. Hace pocos días, mi compañera de ruta y yo, estuvimos listos para partir rumbo a Cuenca. Germán, amigo de siempre, cumplía sesenta años. Teníamos ganas de estar allá porque estas ocasiones son propicias para saludar a los amigos comunes, para departir con la familia del cumpleañero y dar rienda suelta a una sana y necesaria distensión. En la madrugada de la víspera de nuestro viaje, nos avisaban que Delita, tía de mi esposa, había fallecido en Ambato. El espíritu festivo cambió por la tristeza muy propia de todo evento luctuoso. Salinas-Guayaquil-Guayaquil-El Triunfo-Bucay-Pallatanga-Colta-Riobamba-Ambato. Seis horas en total. La vía por Pallatanga está 10/10, se la recomiendo. El regreso lo hicimos por la provincia de Bolívar: Ambato-Guaranda, deja mucho que desear.

No me gustan los velorios, pero es inevitable asistir a ellos. Nuestra tristeza sin lágrimas no es tristeza. Inclusive cuando alguien fallece, como Delita, a los 92 años; en lugar de llorar debíamos haber aplaudido porque regresó a Dios, así creemos los cristianos: pero no fue así. Al siguiente día la recordamos con buen genio y mucha paz: como a la mujer ingeniosa, alegre, simpática, de corazón grande y baile incansable; entonces la risa volvió a nuestros rostros al recordar sus agudas ocurrencias.

No sé si fue Patricia o María Elena, quien me entregó parte de una entrevista ficticia. Un periodista pregunta a Dios: ¿qué es lo que más le sorprende de la humanidad? Dios responde: “Que los humanos se aburran de ser niños y quieran crecer rápido, para después desear ser niños otra vez; que desperdicien la salud para hacer dinero y luego pierdan el dinero para recuperar la salud; que ansíen el futuro y olviden el presente y así no vivan ni el presente ni el futuro. Que vivan como si nunca fuesen a morir y mueran como si nunca hubieran vivido; luego Dios, con una sonrisa, dijo: “Que los humanos aprendan que no pueden hacer que nadie los ame, sin dejarse amar. Lo más valioso en la vida no es lo que se tiene, sino a quien se tiene. Una persona rica no es quien tiene más sino quien necesita menos. El dinero puede comprar todo menos la felicidad. El físico atrae pero la personalidad enamora. Quien no valora lo que tiene, algún día se lamentará por haberlo perdido. Si quieres ser feliz, haz feliz a alguien. Si quieres recibir, da un poco de ti, rodéate de buenas personas y sé una de ellas. Nunca arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro”.

Son frases, amigas y amigos de EL UNIVERSO, para respirar profundo y pensar largamente. Los recovecos de la vida nos obligan a opciones repentinas, a veces abruptas. Nuestros sentimientos sienten el vendaval de las circunstancias. Jaime, Viche, Galo, María Elena, Ramiro, Patty y Vicente, su esposo, lo conocen en demasía.