El tiempo no pasa sino corre, ya estamos a puertas del 2012. Un año que nace con fuertes nubarrones europeos, y Brasil convertido en la sexta economía mundial, dejando atrás a la “pérfida” y orgullosa Gran Bretaña (… pero recordemos, Brasil tiene tres veces más habitantes, y por ende solo el tercio de la riqueza por persona). Sí, de repente Europa se descubrió como un rey desnudo o con partes de su anatomía desnudas, con gravísimas divergencias entre el centro y la periferia. Las deudas se convirtieron en un peso inmanejable, las diferencias de competitividad por ende aparecen al rojo vivo y toda la estructura política tambalea… el único acuerdo es el más fácil, que el Banco Central imprima dinero para regalar a diestro y siniestro, pero ¿es eso suficiente y, sobre todo, tiene sentido? Desde el Viejo Continente puede salir un vendaval hacia el mundo, llevándose los mercados de materias primas (el petróleo estaría en ese paquete). Pero China preocupa también, hay algunos expertos que la ven con malos (o regulares) ojos: burbuja inmobiliaria, paquetes de malos créditos, menos inversiones… el gigante dormido puede (mal) sorprendernos.
¿Y acá? Todo dependerá del entorno externo. En el 2011 la economía creció (es bueno que haya crecido) por 3 factores: 25 dólares más en el petróleo, 20% más en los precios de exportaciones privadas y deuda china. ¿Qué de esto se reproducirá en el 2012? ¿Nuevos aumentos? Muy difícil. ¿Caídas abruptas? Ojalá no. Probablemente no.
Pero sobre todo esperemos un año de avances. Ya es hora de trabajar más a fondo el tema de calidad en educación y salud; se han dado aumentos de sueldos, inversiones, ampliaciones, pero ¿cuánto ha mejorado el servicio y la calidad? Ojalá (un sueño de fin de año), se desistiera de los juicios por el Gran Hermano, Emilio Palacio y EL UNIVERSO, pero no porque los involucrados pidan perdón (no tienen nada de qué avergonzarse) sino porque el Gobierno comprenda su absurdo (al menos por vergüenza propia). Quizás (otro sueño) el Gobierno entienda que el empresario (el verdadero creador de riqueza) no es alguien al que se debe perseguir, controlar, desestimular constantemente sino darle oportunidades de desarrollo en un marco sensato. Que el Gobierno no es el único que entiende (y quizás menos que otros) las necesidades reales de la sociedad, el enorme gasto público sí genera más actividad económica, pero en muchos casos más dependencia ciudadana (eso es muy grave) y poca riqueza (¿cuándo habrá un real sistema de seguimiento de cómo gastamos nuestros recursos?). Los “malos” no siempre están donde el Gobierno cree.
Siguiendo con las esperanzas de fin de año: que se aclare el caso Chucky Seven (que la justicia actúe con rectitud para decirnos la verdad), que no nos llenen de publicidad política manipulada durante 525 mil minutos de 365 días (lo que es peor, pagado con nuestros impuestos), que los gobernantes aprendan menos de juicios y más de humildad, tolerancia y aguante. ¿Será posible tanta esperanza? ¿Y si fuera una sola de estas… cuál escogería usted?