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Al leer los titulares periodísticos de Oriente Medio en últimas fechas –cristianos y musulmanes chocando en Egipto, Siria intentando aplastar a su rebelión por la democracia y palestinos trepando vallas para entrar a Israel– se percibe la sensación de una región en la cual los motores realmente podrían empezar a fallar.

En un momento de esta naturaleza, el presidente Barack Obama tiene que demostrar la misma decisión que demostró para localizar a Osama bin Laden. Una útil analogía para este momento viene de la ciencia del clima, en la que un popular lema va así: Dada la medida en que buena parte del cambio climático ya se cernió sobre nuestro futuro, lo mejor que podemos hacer ahora es manejar lo inevitable y evitar lo inmanejable.

En términos del Oriente Medio, lo “inmanejable” que debemos evitar es otra guerra entre Israel y cualquiera de sus vecinos. Lo “inevitable” que tenemos que manejar es lidiar con lo que seguramente será un mundo árabe mucho más inestable, el cual yace sobre las mayores reservas de petróleo en el mundo. La estrategia que necesitamos es una seria política por la paz combinada con una seria política de energía.

El primer ministro de Israel, Bibi Netanyahu, siempre se está preguntando por qué está perdiendo apoyo su nación y qué espera el mundo de un diminuto país rodeado de enemigos implacables. No puedo hablar por el mundo, pero sí puedo hablar por mí mismo. No tengo la menor idea de si Israel tiene un socio palestino o sirio para una paz segura con la que Israel pueda vivir. Pero sé esto: con un mundo árabe más democrático y populista en el futuro de Israel, y con Israel ante la perspectiva de tener una minoría de judíos gobernando de manera permanente a una mayoría de árabes –entre Israel y la Ribera Occidental (Cisjordania), lo cual podría dar origen a que Israel sea equiparado con el apartheid de Sudáfrica a lo largo del mundo–, Israel necesita usar toda su creatividad para explorar formas de ceder con seguridad la Ribera Occidental a un Estado palestino.

Repito: quizá no sea posible. Sin embargo, Netanyahu no ha pasado su tiempo en el cargo usando la creatividad de Israel para encontrar formas de alcanzar un trato de este tipo. Él ha pasado su tiempo intentando evitar un trato de esa naturaleza. Y todos lo saben. Nadie se engaña.

Israel está en una situación peligrosa. Por primera vez en su historia, tiene malas relaciones con las tres superpotencias regionales –Turquía, Irán y Egipto–, además que está perdiendo rápidamente el apoyo en Europa. Estados Unidos es el único amigo de Israel actualmente. De ninguna manera son estas tensiones responsabilidad total de Israel, particularmente con Irán, pero Israel nunca mejorará sus vínculos con Egipto, Turquía y Europa sin un esfuerzo más serio por salir de manera segura de la Ribera Occidental.

La única forma de que Netanyahu sea tomado con seriedad de nuevo es si arriesga un poco de capital político y sorprende efectivamente a la gente. Bibi sigue insinuando que está listo para dolorosos compromisos con respecto al territorio relacionado con asentamientos. Está bien, ponga un mapa sobre la mesa. Veamos de qué está hablando usted. O qué tal si remueve los ilegales asentamientos de la Ribera Occidental construidos por grupos incontrolables de colonos en contra de la voluntad del gobierno israelí. Cualquiera de estas acciones obligaría a los adversarios de Israel a tomar con seriedad a Bibi y ejercería presión sobre los palestinos para que actuaran con la misma seriedad.

Si eso está ausente, sencillamente es una tontería que nosotros hagamos que Netanyahu se dirija al Congreso estadounidense cuando necesita dirigirse a los palestinos más adelante en la calle. Además, es igualmente tonto que los palestinos acudan ante Naciones Unidas en pos de un Estado cuando necesitan estar persuadiendo a los israelíes de las razones por las cuales un reacercamiento entre Hamas y Fatah está en sus intereses de seguridad.

En cuanto a manejar lo inevitable, bien, Obama acaba de anunciar que estaría abriendo más áreas federales para la exploración petrolífera, como han exigido los republicanos. Magnífico: hagamos incluso más dependiente a Estados Unidos de un recurso energético cuyo precio seguramente aumentará a medida que aumenta la población mundial y cuyas mayores reservas yacen debajo de lo que actualmente es la región más inestable en términos políticos en todo el mundo.

Con franqueza, yo no tengo problema alguno con más perforaciones en busca de petróleo, siempre y cuando se haga bajo las más estrictas normas ambientales. No me causa problema alguno que haya más energía nuclear, si se puede encontrar a una empresa de servicio público lista para poner el dinero. Mi problema yace en una política de energía que se enfoca exclusivamente en la perforación petrolera y la energía nuclear. Eso no es una política de energía. Eso es una política en busca de donaciones de campaña. No tendrá efecto alguno en las gasolineras.

Una verdadera política de energía es un sistema. Tiene que empezar con una norma nacional de energía renovable que requiera a cada empresa de servicio público que incremente su uso de energía renovable –eólica, solar, hidrólica, nuclear, biológica– hasta 20% de su producción total para el año 2020. Esto iría acompañado de mayores normas de rendimiento de combustible en vehículos motorizados y normas nacionales más altas de eficiencia para aparatos eléctricos y electrónicos y la construcción. Después, todas estas normas serían reforzadas con un precio al carbono. Es de esta forma como se logran mayores precios de la energía pero menores cuentas por energía, debido a que las mejoras en eficiencia o rendimiento significan que todos consumen menos.

Vamos a tener que aumentar impuestos. ¿Por qué no un impuesto al carbono que también reduzca el consumo de energía, impulse la innovación, limpie el aire y reduzca nuestra dependencia de Oriente Medio?

No queremos que se detengan las rebeliones por la democracia árabe, pero nadie puede predecir cómo terminarán. La acción inteligente para nosotros e Israel radica en evitar lo que no podemos manejar, y manejar lo que no podemos evitar. Justo en estos momentos, no estamos haciendo ninguna de las dos.

© 2011 The New York Times News Service.