Es difícil que un padre o una madre estén preparados para recibir la noticia de que un hijo tiene cáncer. Puede causar un impacto emocional a partir del cual comienza una batalla contra la enfermedad que se convierte en un enemigo muy complejo por las creencias que todavía se mantienen sobre este mal.

La enfermedad y su tratamiento afectan íntegramente la vida de quien la padece y de sus familiares. Los efectos de las quimioterapias y radiaciones en el organismo y estado de ánimo, la hospitalización frecuente y a veces prolongada, los cambios en la alimentación, cuidados, limitaciones y más… constituyen una vía dolorosa que tienen que atravesar durante mucho tiempo.

Esto, sin contar que además el cáncer es una enfermedad muy cara que golpea la economía de cualquier familia.

Cuando los recursos son escasos, el golpe es mucho más duro a pesar de las ayudas y es aún peor para aquellas familias obligadas a dejar sus hogares y a sus otros hijos, para venir a la ciudad a recibir la mejor atención.

Para estas familias, la existencia de los albergues, cercanos a Solca, les soluciona la estadía cuando los tratamientos son ambulatorios.

Existe también una fundación llamada Asión: Asociación Infantil Oncológica, filial de la creada en Madrid hace más de 20 años, cuya meta es proporcionar apoyo psicológico adecuado para permitir al niño afectado y su familia tener la máxima calidad de vida posible.

Para cumplir esto, Asión desarrolla estos programas:

Preparación de los niños para los procedimientos médicos y tratamientos.

Apoyo y contención emocional en todas las fases de la enfermedad.

Intervención psicológica para padres y pacientes.

Escuela de padres para la adaptación positiva de la situación.

Fomento de la continuidad escolar.

Estimulación adecuada de los pacientes: niños y adolescentes.

Grupos de apoyo de padres de familia.

Como muchas fundaciones, Asión cuenta con la colaboración de profesionales, de estudiantes jóvenes y adultos, de madres y padres que han pasado por estas experiencias y deciden ayudar a otras familias y niños de diversas formas y necesita más voluntarios aún.

Asión me ha dado la oportunidad de conocer a mujeres extraordinarias. Unas que luchan por la vida de sus hijos desde su pobreza y carencias, con la fuerza, sabiduría y fe que provienen del amor; otras que dirigen entregando su saber y experiencia con profundo respeto; las que coordinan las ayudas; las que prestan apoyo psicológico y las que animan, entretienen y educan a los niños.

También he conocido padres totalmente entregados al cuidado de sus hijos o que se turnan con las madres para darles un respiro; un padre generoso, que habiendo perdido a su hijo está dedicado a ayudar a otros niños con el mismo mal. Pero quien más me impresionó fue “Nacho” el joven español de 22 años quien, gracias a que su Universidad le aceptó el realizar una pasantía en Ecuador, logró colaborar durante algunos meses y dejar una huella imborrable en los niños y jóvenes que lo conocieron y anhelan su ofrecido retorno.

Asión busca eso: hacer llevadero el dolor a partir de la fuerza del amor.