Luego de tres años de poder, el Presidente no ha logrado eliminar la influencia de las argollas políticas y económicas que se adhieren a todo mandatario, como las ostras lo hacen al mangle o al casco de la nave.

El propio presidente Correa ha denunciado la existencia de estos entes que han estremecido a su gobierno y que, indudablemente, también a las raíces. Los escándalos suscitados han deteriorado la credibilidad –poca o mucha– que tenga el Presidente en los actuales momentos.

Tres factores importantes inciden y coinciden en lo dicho: el cambio de las bases de la FAE, Yasuní y todo el episodio alrededor de este elemento que quiere el dominio del petróleo subterráneo.

Todo se le presentaba color de rosa al Presidente, pero la verdad no era lo revelado sino posiblemente la media verdad, mientras la otra parte era juego político que servía para socavar el poder.

El Presidente todavía no asimila todos los riesgos que se están presentando, cuando están de por medio las caricaturas, guardando las distancias, de Rasputín o Richelieu.

Si la política es el “arte de lo posible”, entonces todo cabe dentro de su práctica; para hacer frente a los escándalos políticos que posiblemente se le armen. El efecto del Talón de Aquiles se lo conoce en demasía.

De otra parte, el presidente Correa tiene crisis de gente por lo cual se ve obligado a rotar los cargos políticos importantes entre unas pocas personas de su confianza. (Ya sabemos que en el quehacer político la “confianza” puede tomar otros nombres).

Ecuador sigue empantanado en la incertidumbre, y es que no hay equipo gubernamental. El Presidente se habrá dado cuenta de que sin este elemento no podrá gobernar, porque muchos son aprendices de política y no han logrado desarrollar las percepciones que para ello se requiere. La teoría política es una cuando solo es ella, pero es muy diferente cuando ya hay relación de grupo.

La tecnología y toda esa parafernalia de que se pueda servir para gobernar, no tienen la importancia de las inteligentes decisiones del recurso humano también inteligentemente seleccionado. En la práctica de la política no se debe subestimar eltalento del individuo por mucha inteligencia que demuestre.

Desde luego, no es fácil encontrar autoridades con estas características exigentes; pero hay que hacer el esfuerzo de usar todas las técnicas para conseguir los buenos colaboradores. No es buena práctica cambiar colaboradores y creer que “todo palo es bueno para cuchara”. Es difícil hallar generalistas.

Por los constantes cambios, principalmente en el Gabinete se observa la discontinuidad. Pronto los elegidos se dan cuenta de que la ropa queda grande o que no son fáciles las oportunidades que intuyeron.

Se siente que el país aún está huérfano de orden y organización, y es porque las ambiciones están saliendo a flote. Y cuando hay desorden, un principio de administración hay que analizarlo ampliamente antes de cambiar el modelo, so pena de caer en mayor desorden.