Escuchar a Fabricio Correa es entretenimiento garantizado. Es un maestro en el arte de llamar la atención, generar titulares y hacernos reír. A nuestra podrida política, Fabricio Correa la ha rebajado aún más, pero lo ha hecho con buen humor.

“Hasta la Victoria Secret”, “pelucón light”, y “círculo rosa” se volvieron clásicos instantáneos y parte de nuestro léxico político cotidiano. Esta semana, Fabricio llegó a la Asamblea y al programa de Jorge Ortiz con una billetera gigante para así contestar al Fiscal, quien había dicho que sus denuncias se las podría guardar en su billetera.

La fama del ñaño presidencial ahora es internacional. Jorge Ramos lo entrevistó para su programa de Univisión. Latinoamérica entera conoce del show de los hermanos Correa.

Hasta ahí la parte divertida. Lo preocupante es que la ausencia de voces coherentes de oposición, le den fuerza y hasta cierta legitimidad a Fabricio. Pero sus fans no pueden olvidar los millonarios contratos de las empresas de Fabricio con el Gobierno de su hermano. Más allá de que nos entretenga, que sus acusaciones sean reveladoras y suenen verdaderas, y que a diferencia de su hermano, él sí tenga ideas pragmáticas para sacar a este país adelante, no podemos acogerlo como un opositor válido.

Nebot es la mayor voz de oposición. Pero su voz suena repetida y gastada. A pesar de sus éxitos como alcalde, su liderazgo nacional se siente estancado. Según Cedatos, el 27% de los ecuatorianos lo considera la cabeza de la oposición, frente al 22% que piensa que no existe una cabeza visible, y el 18% que pone a Lucio Gutiérrez en este espacio.

Tristísima realidad. Estamos ante un Gobierno de planes e ideología fracasados, y una incapacidad para generar estabilidad, inversiones y empleo. Y, sin embargo, la oposición no asoma.

Es verdad que no podemos limitarnos a esperar a ese salvador de oposición. Que poner toda nuestra confianza en una persona, solo repite el error en que cayó la mayoría del país al entregarse a la imagen salvadora de Correa.

Es verdad que la democracia y el progreso se los construyen desde la sociedad, con instituciones sólidas, más que con líderes redentores. Pero también es verdad, que sin ese líder de oposición, este Gobierno, que lo acapara todo y es experto en lavado colectivo de cerebros, continuará en el poder, como lo vienen haciendo por más de diez años sus panas venezolanos.

Ese líder de oposición no puede ser Fabricio. No podemos apoyar a quien se aprovechó de su cercanía con este Gobierno. Además, nos basta y sobra con un Correa. Ese líder no puede ser Lucio Gutiérrez. Ya tuvo su oportunidad y defraudó. Y no puede ser Nebot. Su oposición y liderazgo se han quedado en lo local. Ninguno de esos tres podría vencer a este Presidente para librarnos de su mal experimento.

Tal vez no conocemos todavía a ese líder. Tal vez ya está tanteando el terreno político. Que no demore tanto. Debe estar preparado. Darse a conocer. Contagiar las ideas que sirven. Rodearse de gente que sepa hacer las cosas, y no solo decirlas.

Las próximas elecciones llegarán volando. Y la maquinaria gobiernista estará lista para un nuevo round. ¿Tendremos a alguien del otro lado?