Tras minuciosas y arduas investigaciones, los científicos han determinado que nuestra especie, la del  Homo sapiens,  se originó en África Oriental hace más de 60.000 años. Y también que desde allí, nuestro antepasado primitivo emigró en oleadas sucesivas al resto del planeta. Ciertamente, agudos observadores y estudiosos de épocas pasadas habían ya aventurado aproximaciones sobre las rutas migratorias, al examinar piezas arqueológicas y huesos de nuestros antepasados, pero aquello era más intuición que determinación científica. Hoy, las investigaciones genéticas de las últimas décadas, en particular las auspiciadas por la National Geographic Society, junto con la IBM y la Fundación de la Familia Waitt (con apoyo y colaboración de entidades científicas de varios países) han disipado toda duda o aproximación acerca de las rutas migratorias de nuestros antepasados.

Contra cualquier fatuidad humana, está pues el hecho de que al hombre le ha tomado una enormidad de tiempo el desarrollar instuiciones, teorías, técnicas y ciencias, que al fin lo han llevado a dilucidar su origen y modo de dispersión sobre la Tierra. Para levantar su autoestima, en cambio, está la extraordinaria sutileza con que los científicos han procedido en sus indagaciones. Las resumo a continuación.

Durante milenios, con la adaptación a nuevos ambientes ecológicos, con los cambios de alimentación y más, los migrantes iban sufriendo pequeñísimas mutaciones en sitios específicos de sus genes; tales mutaciones han servido a los científicos de “marcadores”. Muy delicadas técnicas han permitido conocer qué mutaciones ocurrieron en un organillo llamado mitocondria (en las células maternas) y en los cromosomas masculinos. El estudio de estas mutaciones en las poblaciones del mundo ha permitido reconstruir el trayecto geográfico que tomaron las poblaciones primitivas.

Tal como en los mapas se identifican las carreteras mediante letreros y números, así también se identifican los marcadores genéticos con la letra M y un número. Ejemplo: la M130 es la ruta migratoria que hace 50.000 años partió del África, pasó por el sur de la India, avanzó a Indonesia, subió por Asia hasta el estrecho de Bering, lo cruzó y descendió por el oeste de Estados Unidos. En cambio, la ruta M3 se separó en Europa de la M45, siguió por el noroeste de Siberia, cruzó el estrecho de Bering y descendió por el oeste de Estados Unidos hacia América del Sur. Constituyó así otra migración al Nuevo Mundo, que llegó tardíamente, recién hace 10.000 años.

Del África, varias oleadas avanzaron hacia el sur y el oeste de ese continente y de allí a Europa, en diferentes tiempos. Otras migraciones se dieron desde Europa, hasta los países nórdicos, mientras otras avanzaron por el Medio Oriente y Asia, y aun otras fueron hacia Australia y Polinesia. Qué formidable migrante ha sido el hombre desde su remotísimo origen en África Oriental. Hoy, el mapa migratorio nos hace ver, a más de sus rutas, cómo ciertas migraciones (especialmente en Europa) se cruzaron y entrecruzaron, dejando en cada zona poblaciones cuyas mutaciones genéticas nos han revelado al fin su procedencia y devenir.