La izquierda marxista, desmoralizada desde hace 20 años por el derrumbe del socialismo soviético y la conversión de China a la economía de mercado, ve renacer la esperanza con la crisis global. Creen que se ha “empatado el partido”, que ambos grandes sistemas económicos han colapsado, con 20 años de distancia.
Los marxistas vislumbran que se abre la oportunidad de relanzar una tercera vía en que predominen conceptos afines al marxismo, que se abandone la creación de riqueza como el enfoque central de la economía mundial.
En nuestro país estamos a la vanguardia. La Constitución propugna el buen vivir en armonía con la naturaleza, y es francamente hostil a la inversión de capitales privados.
Hacen una lectura errónea de la historia. Las crisis socialista y capitalista son de órdenes distintas de magnitud.
En el siglo XVIII, Adam Smith lúcidamente describió la nueva economía capitalista. Este sistema fue tomándose el mundo, trayendo gran progreso y enormes transformaciones sociales.
Estas últimas causaron gran preocupación entre quienes vieron el surgimiento de diferencias sociales y un sistema de trabajo tedioso y repetitivo. Con Marx a la cabeza surgió la tesis que ese capitalismo debía ceder el paso al socialismo como antesala al comunismo.
A principios del siglo XX triunfa el comunismo en Rusia y 15 años después se desata la Gran Depresión. Parecía que la profecía de Marx se iba a cumplir, y que el capitalismo se hundía. En Europa y Estados Unidos el socialismo ganaba terreno.
Pero la crisis fue superada. Una nueva generación de pensadores, encabezados por Maynard Keynes, postuló que el Estado debía intervenir para moderar los ciclos económicos, y así evitar depresiones como la de los años treinta. No ha vuelto a haber una crisis tan profunda.
En los setenta y ochenta, el crecimiento del mundo capitalista fue afectado por estancamiento e inflación. Recuperó terreno la tesis que mantuvo viva la escuela austriaca, y luego tomó la posta Milton Friedman y la escuela de Chicago, que el Estado debía dar marcha atrás a la intervención en la economía y dejar que funcionen los mercados no regulados.
Mientras tanto, el socialismo colapsó en Rusia y Europa Oriental. Esos países se volcaron a la versión del capitalismo propugnado por la Escuela de Chicago.
El socialismo marxista es una especie en peligro de extinción, a duras penas subsiste en Corea del Norte y Cuba, aunque se lo quiere implantar en los Andes. Pero no tiene futuro.
En el mundo capitalista, cuarto de siglo después, resulta que la falta de regulación de la economía privada permitió excesos en los mercados financieros que luego de causar un gran crecimiento en los últimos años, son responsables de la peor crisis del sistema en 80 años. Por lo que vuelven los reguladores.
Con gran desta son tres los ajustes importantes al capitalismo en los últimos 80 años, y sin duda vendrán más. Pero en esencia se mantiene.
Central al socialismo marxista es cambiar al ser humano. Del capitalismo, canalizar su naturaleza egoísta de tal manera que beneficie a la sociedad. El capitalismo se mantendrá hasta que cambie la naturaleza humana.