La última payasada del Presidente es conminarlo a Uribe a que se someta a un detector de mentiras para saber si dice la verdad sobre los vínculos de su gobierno con las FARC. Así se manejan ahora las relaciones internacionales en una región cercada y dividida como nunca por conflictos: un Presidente desafía a otro a pasar un detector de mentiras. Ah sí, y luego se pasan hablando de Bolívar y del idílico futuro de la Unasur.
¿Someterse a un detector de mentiras? ¿Para qué? ¿Para qué gastar tiempo y dinero? No hay mejor detector que los propios hechos.
Que jamás hemos negociado comprando conciencias como lo hacía la partidocracia. Y sin embargo, el hermano mayor nos confirma abiertamente que con el remanente de la campaña electoral y con el contador a su lado, los diputados suplentes de 2007 –los llamados “diputados de los manteles”– fueron comprados para que se pongan al servicio del Gobierno. (Ahora están buscando diputados de servilletas…).
Que nunca supe que mi hermano era millonario, que nunca supe que estaba contratando con el Estado, que nunca supe que la CFN le daba “préstamos”, que esos contratos son “legales”, que nunca supe, que nunca supe…, son otras afirmaciones que el país las detecta como burlas.
Burlas que se han descubierto no gracias a los entes de control o a una fiscalización responsable del llamado ‘Congresillo’. Ni tampoco gracias a algún detector de mentiras, sino gracias a la labor de periodistas independientes que hoy son insultados diariamente por el Gobierno para ver si se callan.
Las últimas evidencias de que ha existido un vínculo entre las FARC y elementos del presente gobierno no hacen sino añadirse a ese “acervo probatorio” que sigue creciendo. Los indicios son numerosos, graves, concordantes, hay evidencias materiales, hay declaraciones y, sobre todo omisiones increíbles, como la protección que recibió la señorita Morett y la ridiculez de encausarla únicamente cuando se supo que estaba fuera del país.
Ahora probablemente se buscará desacreditar el contenido del video diciéndonos que fue fabricado por Uribe, la Interpol y la derecha.
Pero ¿por qué tanto alboroto? Para un líder que en Cuba declaró que envidiaba al régimen comunista que allí impera; que en Teherán dijo que el Presidente de Irán –el mismo que sostiene que el Holocausto es un invento de Israel– es un ejemplo para Latinoamérica; que se muestra extasiado cuando Chávez –cuyo gobierno ahora se ha convertido en aliado clave del narcotráfico– le dice “muchachito”; y que ha proclamado que no es reprochable ser amigo de los narcotraficantes, ¿qué de extraño tendría que su gobierno mantenga vínculos con las FARC?
¿No sería más sensato, por ejemplo, aceptar que hubo estos vínculos en el pasado pero que ahora ya no existen? ¿O que no sabía que algunos de sus colaboradores los tenía? (Nada raro sería que no sabía de esto si ha dicho que no sabía que su hermano mayor se había vuelto millonario…).
Eso es preferible al show del detector de mentiras.