Suena Químbara y los rumberos empiezan a bailar al son de la orquesta de Johnny Pacheco, más aún cuando Celia Cruz canta el estribillo: “Químbara cumbara/ cumbaquim bam bam/ químbara cumbara/ cumbaquim bam bam”.

Esa descarga ocurre en la salsoteca Azúcar de Cuba (Mendiburo 118 entre Rocafuerte y Córdoba (Zona Rosa). De jueves a sábados, desde 19:00 a 04:00. Telf.: (09) 590-9580.

Publicidad

Azúcar abrió hace un año, pero su propietario, Javier Avilés, junto con su hermano José, desde 25 años atrás aproximadamente, inauguraron diversas discotecas de salsa parecidas a las colombianas.

La primera fue Fuego Latino, luego Cali Salsoteca, que comenzó en Pedro Moncayo y Manuel Galecio, y luego hizo historia en Urdesa. Por esos mismos rumbos dieron candela con Don José y Los Chuzos, y finalmente con Zaperoco, en la actual Kennedy Gourmet. Y hace un par de años Cali Salsoteca llegó a la Zona Rosa, pero Avilés vendió la razón social de esa discoteca a su socio.

Publicidad

“En Azúcar no ha variado el concepto musical, aunque a veces suena un set de reggaetón que se ha metido fuerte, tanto así que muchos antiguos artistas han fusionado el reggaetón con la salsa”, explica Javier. Su público es de 35 años para arriba, porque la gente de la antigua Cali Salsoteca llega aquí a marcar el paso.

“El nombre es porque el son, la guaracha, el mambo, etc., tienen sus raíces en Cuba, aunque después en Nueva York lo llamaron salsa y por el grito de combate de la guarachera Celia Cruz”, dice Avilés.

Una vez al mes –en quincena, fin de mes o feriado– hay música en vivo. En Azúcar de Cuba han cantado Héctor Napolitano, Alonso Flores y las agrupaciones Salsa Brava, Salsa Mayor, La Tremenda, y tal vez en los próximos días Alleguez Son.

Esta salsoteca solo cuando hay eventos con música en vivo ofrece cocteles tradicionales y una carta de piqueos, pero normalmente su bar cuenta con una amplia gama de licores finos, cuyos tragos van de $ 2 a  4 y cervezas nacionales de $ 1 a 2,50.

Azúcar de entrada cuenta con un lobby amplio para los que desean, por un momento, alejarse de la música y conversar. Adentro, la decoración es sobria. Las paredes lucen cuadros con motivos tropicales. La iluminación es indirecta y con algo de neón, solo en la pista hay luces con movimientos.
Alrededor están las diversas localidades en un solo ambiente, y al fondo, una pantalla gigante para los videos salseros.

“Azúcar es un lugar de encuentro de amigos, casi todos se conocen, tanto así que dicen que parece una fiesta de casa, el cumpleaños de un amigo, y es mejor así”, comenta Avilés.

Los salseros llegan los fines de semana y se lanzan a bailar: “La rumba me está llamando,/ bongó, dile que ya voy,/ que se espere un momentico/ mientras canto un guaguancó./ Dile que no es un desprecio,/ pues vive en mi corazón,/ mi vida es tan solo eso,/ rumba buena y guaguancó”.