Probablemente hoy los centros comerciales estén llenos, todos buscamos un regalo para las personas que nos rodean. Lo hacemos porque muy pronto será Navidad, pero no es seguro que nos acordemos de lo que realmente significa. Si nos preguntan tal vez acertemos al decir que recordamos el nacimiento de Jesús, aunque no tengamos claro o hayamos olvidado lo que trajo al mundo.

Quizás hacemos la novena o las posadas y repetimos los ritos que recordamos desde niños, entre ellos, poner el árbol o, en el mejor de los casos, armar el Nacimiento, preparar la cena, intercambiar regalos.

A lo mejor nos preguntamos qué esperamos de Jesús que viene y quizás no se nos ocurra que más bien debemos preguntarnos qué espera Él de nosotros, porque nos dijo a qué vino y sabemos desde entonces, que la misión de construir el Reino de Dios, no se cumplirá sin nosotros, que lo encontramos a cada paso en los demás. Lo dijo claro: “Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber; fui forastero y ustedes me recibieron en su casa; anduve sin ropa y ustedes me vistieron; estuve enfermo y ustedes me visitaron; estuve en la cárcel y me fueron a ver”.

Dijo eso y más de una vez nos enseñó que preocuparnos por los demás es prueba de que obramos con justicia y, sobre todo, con amor, que es el mandamiento fundamental para sus seguidores, para todo los que se confiesan cristianos, cualquiera que sea la iglesia que los acoge.

Navidad es, entonces, una oportunidad para recordar el mensaje de Aquel cuyo nacimiento rememoramos y entender que quien se dice cristiano tiene la misión de construir un mundo de justicia, paz y amor. Pero si es así, si en el Ecuador la mayoría de la población se declara cristiana y los templos se llenan el 24 y el 25 de diciembre, ¿por qué la vida es tan difícil para quienes viven en extrema pobreza generación tras generación?, ¿por qué hay tantos hogares deshechos?, ¿por qué quienes toman decisiones son incapaces de ponerse de acuerdo para trabajar por los demás?, ¿por qué la vida política se basa en destruir al adversario y no en el acuerdo?, ¿por qué no practicamos la justicia ni a nivel individual ni a nivel institucional sino que se hace de ella un instrumento que se usa y del cual se abusa?

Son preguntas que quizás deberíamos tratar de responder junto al Pesebre, en Nochebuena, porque es posible que la respuesta esté en el olvido de lo que significa que Jesús haya nacido entre nosotros y que el árbol, las luces, los nacimientos, los regalos sean solo ritos que se repiten por costumbre, vacíos de contenido. Ojalá que así no sea para que podamos decirnos con autenticidad Feliz Navidad.