Un arqueólogo británico lleva casi tres décadas mirando el pasado ecuatoriano como respuesta a un compromiso personal y místico que siente por nuestros ancestros. Ocurrió hace unos 5.000 años. Un hombre miraba al océano para luego decidirse a embarcarse con fe en una travesía en balsa mar adentro. Una vela henchida por el viento lo llevó a una hermosa isla poblada por curiosas aves y andarinas iguanas. El escenario lo invitó a meditar, a reflexionar, a conectarse con los espíritus de la naturaleza, que lo envolvieron en un trance profundo y místico. El arqueólogo Richard Lunniss se imagina con esta “imagen dinámica” la llegada de los primeros nativos a la actual Isla de la Plata (Manabí), donde en 1979 el estadounidense Jonathan Damp encontró los vestigios de un antiguo centro de adoración. “Estos sitios (ceremoniales) eran levantados lejos de sus viviendas. Allí encontraban la paz para relacionarse con la naturaleza y lo divino”, explica este experto que con su explicación logró asomarse a la ventana de un pasado remoto... pero un repaso a la realidad le pone freno a su romántica imaginación científica. La Arqueología en el Ecuador ha sufrido severas necesidades por décadas, generalmente por falta de dinero, por la centralización estatal y la falta de recursos humanos, lamenta, por ello hay muchos sitios arqueológicos prácticamente olvidados, además de estudios inconclusos o que no han logrado publicarse. “La Arqueología nos ayuda a entender el pasado, a hacernos preguntas. No nos brinda respuestas de cómo vivir, pero sí nos da señales importantes sobre nuestras raíces y nuestro ambiente”, indica este profesional que reflexiona sobre la conexión del hombre y la naturaleza. “Antes era poderosa, pero hoy el hombre provoca desastres ecológicos; desconocemos el valor que le dimos a la tierra”. Vivir sin pasado histórico es similar a vivir en una casa sin espejos, sin fotos ni memoria. Solo nos queda un presente que obvia el legado emocional que nos conecta al entorno. ¿Por qué le interesa el pasado ecuatoriano a un arqueólogo británico? Para entenderlo basta visualizar a Lunniss hace 29 años, cuando tras haberse graduado en la prestigiosa universidad de Cambridge trabajaba en una excavación en Escocia, al norte de su natal Londres. “Allí un colega me habló de lo interesante que sería trabajar en Perú. ‘¿Y dónde está Perú?’, pregunté. ‘En los Andes’, me dijo”. Y se vino. “Cuando me bajé del avión en Lima sentí que había llegado a mi verdadero hogar”. Su verdadera casaLunniss sentía que en América Latina encontraría su ideal de Arqueología, lo cual significaba trabajar con una amplia riqueza cultural y rodeado de paisajes con montañas, valles y ríos. Ese sueño lo llevó cuatro años después al Ecuador, donde fue invitado por el arqueólogo guayaquileño Presley Norton a colaborar con él en las excavaciones de Salango (Manabí), un antiguo centro ceremonial al que ha permanecido vinculado desde que llegó en 1982. Norton se ganó la admiración de Lunniss por el entusiasmo que mostraba para el sitio. “Pasó su vida buscando recursos para las investigaciones. Viajaba de Quito a Salango cada quince días llevando dinero para los pagos a los obreros y seguir trabajando. Hasta sus últimos días, cuando estaba débil por la diabetes, seguía entregando su vida a ese sitio. Murió pobre, pero haciendo lo que creía”. La vida en SalangoLunniss comparte aquel entusiasmo hacia ese sitio que considera su hogar. “Les debo mucho a los pobladores. Ellos siempre me han ayudado en todo a mí y a mi familia”, confiesa Lunniss, quien trabajó con Presley Norton en Salango hasta 1987 para luego regresarse a su país. Pero de 1991 a 1994 volvió a esa población manabita para recoger datos para su doctorado, el cual concluyó en el 2001 en su país natal. Entonces pudo haberse quedado en Europa, pero en el 2001 decidió radicarse con su esposa e hijos en Puerto López (a 10 minutos de Salango) para completar el trabajo que había quedado inconcluso. “Hay miles de páginas, dibujos y fotos que es preciso procesar para obtener conclusiones”, señala. “Sonará extraño, pero siento que tengo una responsabilidad con los antepasados que vivieron en la zona”, afirma este experto que avizora mejores días para la Arqueología nacional, gracias a un renovado interés que muestra el Ministerio de Coordinación de Patrimonio Natural y Cultural y el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. “Creo que estamos viviendo un momento de transición”. Por ello confía en que pronto llegue un futuro que le haga justicia al pasado de los ecuatorianos.La Arqueología debe mostrarse interesante para cualquier persona. No solo para los expertos. Cualquiera debería emocionarse con las imágenes dinámicas que permite vislumbrar”.Richard Lunniss