| hperez@ecua.net.ecEn La voluntad y la fortuna, el autor nuevamente nos lleva a recorrer la sociedad mexicana, con sus contradicciones, delirios, nobleza y bajezas. Nos muestra a veces, con una luz oscura, todas las fuerzas que subyacen y actúan en la sociedad actual”.Según lo confiesa el propio Carlos Fuentes, su última obra, La voluntad y la fortuna (Alfaguara. 2008), es la mejor de sus novelas. Y no parece una exageración. La obra es probablemente una magistral síntesis del ancho camino literario de Fuentes. Este año, el gran escritor mexicano está de aniversario. Se cumplen los cincuenta años de la publicación de esa gran obra que fue La región más transparente. La novela de un México de los años cincuenta por donde desfilan una serie de personajes atrapados entre la Revolución, de la que solo queda un recuerdo, y la inconformidad. Ella no solo constituye la obra que más influenció el ulterior desarrollo literario de Fuentes sino de toda su generación. Marcó un antes y después en la literatura latinoamericana. La editorial Alfaguara ha celebrado el medio siglo de esta obra lanzando una nueva edición de la misma.Fuentes también celebra este año su octogésimo aniversario. Nacido en Panamá en 1928, mientras su padre ejercía una representación diplomática de México en esa nación, Fuentes ha llegado a tan importante edad con una producción asombrosa tanto por su número como por su calidad. Una vida literaria que ha sido reconocida con innumerables premios. El último de ellos es el Premio Quijote, concedido en julio pasado “por su labor de impulsor de la lengua y de la cultura española”.En La voluntad y la fortuna, Carlos Fuentes nuevamente nos lleva a recorrer la sociedad mexicana, con sus contradicciones, delirios, nobleza y bajezas. Nos muestra a veces, con una luz oscura, todas las fuerzas que subyacen y actúan en la sociedad actual.Fuentes recrea en esta obra el conflicto por el poder en el México de hoy a través de la historia de dos amigos jóvenes, Josué Nadal y el misterioso Jericó. La historia de esta amistad, de cómo nació y cómo se fue apagando, la cuenta la cabeza de Josué mientras aparece en las playas del Pacífico arrancada de su cuerpo. Mientras que Artemio Cruz recuerda lo que fue de su vida mientras está en su lecho de muerte, en el caso de Josué Nadal su vida nos llega por cuenta de su cabeza sin cuerpo.“Miro sin mirar. Tengo miedo de ser visto. No soy lo que se dice ‘agradable’ de ver. Soy la cabeza cortada número mil en lo que va del año en México. Soy uno de los cincuenta decapitados de la semana, el séptimo del día de hoy y el único durante las últimas tres horas y un cuarto”.No debe asombrarnos este recurso de Fuentes. México es, en efecto, en la actualidad, de los pocos países en el mundo que exhibe un alto número de personas que mueren decapitadas por manos de sicarios.Josué, o mejor dicho, su cabeza, divaga, recuerda, se pregunta. Sabe que su país no puede darle trabajo, comida, educación, bosques verdes, a la mitad de la población, ni sabe cómo levantar industrias y crear tecnología ni desarrollar instituciones sanas. Y por eso es que la delincuencia (callejera o de salón) es la que gobierna realmente. Parecería que en México no hay tragedia, que todo se convierte en telenovela. Durante sus pocos años de vida Josué trata de comprender y enderezar este mundo. Mientras su amigo entrañable Jericó terminó admirando al asesino de lo que ama. Es una relación que se mueve con el trasfondo de la historia de Abel y Caín. Ambos se verán inmersos en las luchas por el poder económico y político, ambos verán cómo sus creencias y concepciones van moldeándose a medida que crecen. (“Éramos de niños, magos singulares. Seremos de adultos, rebaños”).Ambas voluntades chocarán inexorablemente, sin embargo.  Un conflicto que se va madurando mientras por estas dos vidas se atraviesan una serie de personajes, todos como poliedros de una sociedad donde el cinismo se apodera de la historia, donde el mal aparece como el gran bien de la voluntad y la fortuna.Uno de estos personajes es Filopáter, un cura rebelde, profesor de filosofía de los adolescentes, con una visión muy aguda del filósofo Spinoza. Otro es Lucha Zapata, representando el amor y la generosidad. Max Monroy, abogado, que procura conciliar el Estado con el mercado y la empresa. Pero sobre todo la matriarca Antigua Concepción. Engaños, amores, traiciones, odios se mezclan en una serie de tramas tejidas en esa “urbe ciclópea” que es ciudad de México. “Vi lo que es el poder: una mirada de tigre que te hace bajar los ojos y sentir miedo y vergüenza”. El poder como fuerza de dominación totalizante es probablemente el protagonista escondido de la obra. Un tema que ha estado en la mira de Fuentes últimamente, como lo atestigua La Silla del Águila. En La voluntad y la fortuna el tema es recreado, sin embargo, no desde el ángulo de la política sino desde la sociedad. El lector quedará prendido de esta novela y, a pesar de ser una obra un poco larga, no la dejará de lado una vez que comience a leerla. Es realmente asombroso cómo a los cincuenta años de La región más transparente, Fuentes nos ofrezca otra visión descarnada, cruel e incluso noble y amorosa de México, y por qué no de nuestra América Latina.