| claramedina5@gmail.comLa nueva novela del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, Indiscreciones de un perro gringo, muestra a su autor como un escritor que es capaz de ser nuevo y a la vez no dejar de ser el de siempre. Que a pesar de que en la vida real prefiere comunicarse por fax, antes que por correo electrónico, puede ubicar como protagonista de su reciente obra a un perro cibernético. En este libro, Sánchez juega con la palabra e incluso se ubica él mismo como personaje.Autor de las novelas La guaracha del Macho Camacho y La importancia de llamarse Daniel Santos, hacía más de veinte años que no publicaba una nueva novela. En los últimos tiempos escribía, sobre todo, teatro (La pasión según Antígona Pérez, Quíntuples y La hiel nuestra de cada día), cuentos, ensayos y artículos periodísticos.Indiscreciones de un perro gringo contiene grandes dosis de humor y sarcasmo, pero también reflexiones sobre la condición humana. En esta, un escritor que dicta cursos de literatura en una universidad de Nueva York (puede ser el propio Sánchez) halla un manuscrito, que cuenta las andanzas de un perro. El perro se llama Buddy Clinton y su amo es el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Por tanto, si a Hillary le corresponde el título de primera dama, A Buddy, el de primer perro.Frecuente visitante del Salón Oval de la Casa Blanca, Buddy fue un mudo testigo de las intimidades entre Bill y la becaria Mónica Lewinsky. Todo lo vio, pero nunca dijo ni guau. Sin embargo, ahora que tiene la facultad de hablar, es obligado a contar los hechos. Él accede, y defiende a su amo de los “analfabetos sensuales”, esos que han ubicado a Bill en los anales de la lujuria. A la vez hace un paralelismo entre la vida humana y la de perros.El escritor que halla el manuscrito cuenta cómo lo editó, lo que le cortó y le aumentó, y todo ello coincide con la estructura de la novela que el lector tiene en sus manos. Esta obra es literatura dentro de la literatura. Un juego literario.La historia oscila entre lo fantástico y lo realista. En el libro se dice que cada avance científico hiere, de gravedad, a la fantasía. Y también se inserta un epígrafe de André Breton: “Lo que hay de admirable en lo fantástico es que ya no hay nada fantástico, solo hay realidad”. Sánchez demuestra con esta obra tener un conocimiento vasto del mundo canino. Incluye desde los perros famosos (Rin Tin Tin, Lassie y Laika) hasta las eternas peleas entre canes y gatos. “Ellos le temen al agua y nosotros, no. Ellos son misteriosos y nosotros somos transparentes. Ellos viven encaramados por los anaqueles y las repisas y nosotros vivimos con las patas en la tierra”, dice Buddy a su favor.En la obra se encuentran, asimismo, afirmaciones como esta, que nada tienen que ver con el mundo canino, pero sí con la sociedad actual: “En el siglo XXI, la palabra se devalúa a pasos agigantados. Y cuando no se la devalúa, se la desprecia. La imagen, en cambio, no es que se aprecie, es que se sobrevalúa”.Sánchez, nacido en 1936, escribe con la oreja y habla con el cuerpo. Su literatura se nutre del lenguaje cotidiano, del ritmo del Caribe. Pero en Indiscreciones de un perro gringo se aleja un poco de Puerto Rico y se adentra en un nuevo territorio. Es un escritor que se reinventa, aunque su sello de escritura permanece. De Guayaquil ha sido huésped en tres ocasiones. La última hace casi tres años. Vino a un encuentro de escritores. En ese entonces borroneaba una novela. Era esta, la del Primer Perro y único testigo de los hechos que sucedieron al sur del ombligo.