En mi vida personal enfrenté pocas veces este tipo de situación, mas, adopté la mejor estrategia. Si los improperios llegan sin argumentos reales, plausibles, convierto el término insultos en insulsos, resto importancia al asunto. Supongo que le duele más a la persona que me los envía cuando decide acumular basura trillada, se sulfura por gusto. En general existe falta de imaginación, repetición cansina de invectivas relacionadas con la madre de uno, los atributos sexuales que nos sirven de cara, la falta de hombría. Es casi tan aburrido como ver una película porno. Parece que los gringos, por falta de imaginación solo conocen la palabra fucking. En el idioma castellano imperan alusiones a la anatomía materna.

Si la carta o el mail llevan firma de responsabilidad, si por torpeza desaté disgusto, rencor en cualquier persona, mando flores si es mujer –lo cortés no quita lo valiente–  una tarjeta culta si es hombre. A veces se muestran civilizados, agradecen, otras veces demuestran con su silencio o nuevas groserías que no valía la pena  gastar en orquídeas, esquelas. Me gusta devolver bien por mal pero suelo ser indiferente, hermético, cuando se vuelve necesario. Nunca podremos agradar a todos, dejar de provocar resentimiento o antipatía en personas reprimidas: es parte del impuesto que se paga al éxito.

Ahora bien, las críticas merecidas son positivas. Hay que tomar en cuenta lo que dicen nuestros enemigos cuando son inteligentes, actúan con la cultura que distingue a los seres equilibrados. Un enemigo inteligente es más importante que un amigo complaciente. Lo esencial es seguir nuestro camino con serenidad capeando las turbulencias inútiles, teniendo plena conciencia de que estamos haciendo nuestro trabajo de  forma adecuada, sin dejarnos marear por la  relativa fama, el fugaz éxito, rectificar rumbos si luce adecuado.

Algo parecido ocurre con llamadas, mensajes telefónicos en el celular. Es mejor no contestar, absurdo ponerse al nivel del insultador. Después de todo, si quienes pretenden ofender a nuestra madre nunca la conocieron, no veo por qué serían importantes detalles púbicos de la progenitora en  una discusión inteligente. Los insultos son asuntos de niños malcriados, adultos acomplejados. Todos deberían aprender la lección. La invectiva llega cuando entra en cortocircuito el cerebro. Es la razón de quienes pierden la compostura. Entonces, amigo Eduardo, guarda la mesura como  caballero que eres. Alégrate de ser hombre civilizado. La serenidad se adquiere con los años, así como la ternura.