JALANDHAR, India |

Cuarenta años atrás, un gigantesco esfuerzo conocido como la Revolución Verde expulsó el hambre de India cuando el país era sinónimo de hambruna y carencia. Ahora, tras una década de abandono, el país está creciendo más rápidamente que su capacidad de producir más arroz y trigo.

Con la tecnología y las estrategias adecuadas, la India podría contribuir en la alimentación del mundo. Pero, más bien, apenas y puede alimentarse a sí misma.

La provisión de tierra arable en India ocupa el segundo lugar mundial, tan solo después de Estados Unidos, al tiempo que su economía es una de las de crecimiento más acelerado y su innovación industrial es legendaria. Pero, cuando de agricultura se trata, su producción palidece muy detrás de su potencial. En el caso de algunos productos básicos, la India debe recurrir a mercados que, de por sí,  están exprimidos al máximo, exacerbando una crisis mundial de alimento.

No se suponía que fuera así.

Cuarenta años atrás, un gigantesco esfuerzo conocido como la Revolución Verde expulsó el hambre de India cuando el país era sinónimo de hambruna y carencia. Ahora, tras una década de abandono, el país está creciendo más rápidamente que su capacidad de producir más arroz y trigo.

El problema se ha vuelto tan marcado que el primer ministro indio, Manmohan Singh, ya se pronunció a favor de una Segunda Revolución Verde, “para que así el espectro de la carencia alimentaria sea desterrado del horizonte una vez más”.

Y si bien a Singh le preocupa la alimentación de los pobres, el aumento en la riqueza de la población exige no solo más comida sino también una variedad mayor.

Hoy día, la agricultura india es una tragedia doble. “Tanto en arroz y trigo, la India tiene una enorme reserva inexplotada. Puede efectuar una importante contribución a la crisis mundial de alimento”, dijo M.S. Swaminathan, genetista botánico que participó en la llegada de la Revolución Verde a la India.

El mismo pueblo indio también está pagando. Los agricultores, quienes en su mayoría subsisten de pequeñas parcelas que dependen de las lluvias, son sumamente pobres, al tiempo que la inflación ha crecido más allá del 11%, su máximo nivel en trece años.

Los expertos consideran que los factores involucrados en la desaceleración agrícola son diversos.

La Revolución Verde introdujo variedades de arroz y trigo de alto rendimiento, expandiendo el uso de la irrigación, pesticidas y fertilizantes, al tiempo que transformó las planicies del noroeste en el granero de la India. Entre 1968 y 1998, la producción de cereales en India creció en más del doble.

Pero, desde los años ochenta, el gobierno no ha expandido la irrigación y acceso a préstamos para agricultores, ni ha logrado avances en la investigación agrícola. Los mantos freáticos se han agotado a un paso alarmante.

El Instituto Peterson de Economía Internacional, con sede en Washington, dice que los cambios en la temperatura y patrones de lluvias podrían ocasionar que, para el 2080, la producción agrícola de India registre un descenso del 30%.

Las granjas familiares se han reducido en tamaño y cantidad, y, hace unos cuantos meses atrás  la creciente deuda empezó a orillar al suicidio a algunos agricultores. Ahora, muchos consideran que es más lucrativo vender su tierra a urbanizadores de edificios industriales.

Entre los agricultores que permanecen en sus tierras, ahora muchos experimentan con frutos y vegetales de alto valor que los prósperos indios anhelan, pero existen pocos camiones refrigerados para la transportación de sus productos hasta los modernos supermercados.

Una larga e ineficiente cadena de abasto da como resultado que el agricultor promedio reciba menos de un quinto del precio que paga el consumidor, encontró un estudio  del Banco Mundial, lo cual equivale a mucho menos que lo recibido por agricultores, digamos, en Tailandia o en Estados Unidos.

La India hizo sonar la alarma hace dos años en cuanto a cómo el apetito de sus 1.100 millones de habitantes repercutiría sobre los costos mundiales del alimento. Por primera vez en muchos años, India tuvo que importar trigo para su reserva de granos. En dos años, compró aproximadamente siete millones de toneladas.

Hoy día, dos productos de la canasta básica en la dieta india son importados en cantidades cada vez mayores, debido a que los agricultores no pueden mantenerse al paso de la creciente demanda: legumbres, como lentejas y chícharos, y aceites vegetales, las principales fuentes de proteína y calorías, respectivamente, de la mayoría de los indios.

“India podría ser un gran actor en la provisión de alimento para el resto del mundo, si se pudiera cerrar la presente brecha en la productividad agrícola”, comentó Adolfo Brizzi, administrador del programa de agricultura en el sur de Asia por el Banco Mundial, en Washington. “Cuando el país va al mercado para importar, típicamente ejerce presión sobre los precios de mercados internacionales, y cada vez que la India va para exportar, aumenta la oferta y ocasiona un descenso, por tanto, de los niveles de precios”.

En fecha reciente, en una comunidad conocida como Udhopur, no muy lejos de aquí, Harmail Singh, de 60 años, se preguntaba en voz alta cómo era posible esperar que los agricultores cultivaran más grano.

“La tierra cultivable se está reduciendo y las políticas gubernamentales no son consideradas con el agricultor”, dijo, mientras supervisaba su cosecha de trigo. “Nuestra siguiente generación no está dispuesta a trabajar en la agricultura. Dicen que es una propuesta perdedora”.

Los agricultores más afortunados ganan más dinero si venden sus tierras a urbanizadores que construyen centros comerciales y ansían el espacio.

Otra cuestión de debate es cómo se deben abordar estos desafíos.

De un lado vienen presiones enfocadas a la introducción de cultivos modificados genéticamente con mayor rendimiento; del otro vienen demandas legales enfocadas a detenerlo. E incluso de otras partes llegan peticiones con miras al lanzamiento de una Revolución Verde, incluso más verde.

Alexander Evans, autor de un reciente estudio sobre precios de alimentos publicado por la Editorial Chatham, institución británica dedicada a la investigación, dijo: “Esta vez tiene que ser más eficiente en su uso del agua, en el uso de la energía, así como en su uso de fertilizante y de la tierra”.

Swaminathan quiere que aldeas y poblados se dediquen a la siembra de lenteja y oleaginosas, a fin de cubrir la demanda. El Banco Mundial, en tanto, favorece los cultivos de alto valor, como el maíz bebe de Chawla, debido a que le permiten al agricultor maximizar sus ingresos a partir de pequeños lotes.

Quizá el mercado termina ayudando a India. Chawla, por ejemplo, ya reemplazó el maíz mencionado por girasoles, impulsada por el alto precio del aceite de esa flor. Por la misma razón, él también está considerando la plantación de más trigo.

© The New York Times News Service.