| Fotos: Katherine Villavicencio y Gaby McCaffreyArquitectura española, playa y estudiantes universitarios se juntan para darle a esta ciudad una atmósfera surreal. Tiene 445 años.  Cuando uno llega a San Agustín, da la impresión de que no se encuentra en los Estados Unidos y, más bien, con su arquitectura añeja, diferente, uno parece estar en un pintoresco pueblo de la vieja Europa. El hecho es que San Agustín (St. Augustine, en inglés) es el pueblo más antiguo de los Estados Unidos continentales.Efectivamente, esta ciudad fue la primera colonia  en Norteamérica, adelantándosele por 21 años al primer asentamiento británico en Virginia, y por 42 a las primeras colonias en Nuevo México. Después de ser colonia española fue ocupada por ingleses, para ser nuevamente habitada por españoles, y acabó finalmente siendo territorio estadounidense en 1821. La larga historia de San Agustín incluye ataques de piratas, guerras y lo que fue el ‘boom’ industrial  gracias al ferrocarril (impulsado en gran parte por Henry Flagler), hecho esencial en el posterior desarrollo de Florida. También fue sitio clave para el movimiento de los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr. en los años sesenta.San Agustín (nombrada así porque fue fundada en el día de ese santo) es una ciudad que vive de la dicotomía diaria del choque entre el presente y el pasado, donde se puede ver a artistas callejeros, estudiantes universitarios hippies y turistas millonarios, en contraste con la antigua arquitectura de esta ciudad floridiana fundada en 1565.El centro de la ciudad es quizás el más frecuentado por los turistas, ya que en este se encuentran no   s olamente todas las reliquias históricas que tanto interesan a los  amantes del pasado (como el Castillo de San Marcos, la llamada Escuela de Madera más Antigua de Estados Unidos, el faro, la primera catedral católica del país, viejos cementerios, el hotel Ponce de León y varios museos), sino que en  calles como la St. George se puede encontrar todo tipo de restaurantes, cafés, bares, tiendas y galerías de arte.  A ello se suma una perfecta combinación de buen clima, estética europea y una playa que queda apenas a 5 minutos del centro, para conformar un lugar muy especial, ideal para enamorados y bohemios por igual.La movida nocturnaPasear por el malecón de San Agustín en la noche es una experiencia sublime, placentera y agradable. Los cientos de luces bril lantes de los pequeños hoteles y restaurantes rebotan en el río, mezclándose en el reflejo con el agua y haciendo de todo esto una linda pintura monetiana, con botes y peatones paseando tranquilos por el malecón.Frecuentemente se puede ver a las parejas acarameladas dando paseos por la ciudad en carrozas jaladas por caballos, al mejor estilo de Central Park. Para los que gustan de la buena vida, si lo que quieren es tomarse una  cerveza bien helada, está el A1A Brewery, una cervecería y bar local donde sirven la popular bebida hecha allí mismo.El Castillo de San Marcos, o The Fort (El Fuerte), como le dicen los estudiantes del Flager College, cuya sede está en ese edificio, es quizás una de las estructuras más representativas de San Agustín. Centro de actividad turística, es también usado como área para picnic y en la noche los alumnos aprovechan su misteriosa y romántica estructura para relajarse, tomarse un trago o compartir con los amigos. La construcción de este comenzó en 1672 y terminó en 1695.Su material principal fue la impenetrable coquina, un tipo de roca hecho por conchillas que se han unificado tras muchos años.El Castillo de San Marcos, con su enorme tamaño que marca el paisaje desde lejos, de cierto modo representa el lado viejo de la ciudad en el día, y de noche, la parte más joven y bohemia de esta.Ya sea para comer un helado, ir a la playa, hacer shopping, pasear en caballos o simplemente, aprender un poco de historia, esta ciudad ofrece un envidiable clima todo el año. Es un paraíso exótico en miniatura, tanto para gente joven y farrera como para quienes vienen a este destino a buscar un sitio diferente para descansar.