Ángel Olaran, sacerdote que vive en Etiopía, nos ha hecho llegar este mensaje de Navidad que queremos compartir con ustedes, un día después, solo adecuando algunas partes.
“Si Jesús hubiera nacido hoy, y de una madre pobre, embarazada siendo soltera, en uno de los millones de ‘portales’ del mundo, qué mal le hubiera ido. Y peor aún, si este 25 de diciembre hubiera nacido en Níger. ¿Llegaría a los 5 años de edad? ¿Hubiera podido ir a la escuela, tener un techo que lo identificara entre sus vecinos de barrio? O hubiera sido la calle su casa.
“¿Le hubieran abierto las fronteras si sus padres hubieran tenido que emigrar? O hubiera sido de los sin papeles; parte del grupo sin la identidad humana que les conceda un mínimo de respeto, de atención, de dignidad.
“Pero con toda seguridad, ya desde su nacimiento se encontraría ‘protegido’ por cientos de decretos y documentos asegurándole que como niño solo tiene derechos; que como niño la comida, la escuela, la sanidad, el techo, la dignidad... los tiene asegurados. Y además de los derechos humanos que son suyos solo por nacer, aun tiene los derecho de los niños. ¿Lo llegarán a saber los niños del Níger? “Y nuestro Niño Jesús de hoy se iría preguntando, cómo es posible que no se materialice mínimamente tanto derecho? Después de todo alimentar a uno de los niños sin acceso a la comida supone tan poco que resulta insultante mencionar esa cantidad ante el presupuesto de la Navidad. El Niño se extrañaría de tanta falsedad política, social, económica, religiosa. Preguntaría a los poderosos si creen alimentarlo por el solo hecho de haber producido otro documento inteligente o rezado a Dios para que no los olvide.
“Como niño hubiera agradecido a los millones de personas que han defendido su derecho a nacer pero a la vez les hubiera preguntado qué están haciendo por esa vida que han protegido desde antes de su gestación hasta el nacimiento. Les hubiera recordado que el haber nacido exige unos mínimos de dignidad humana. El Sí a la Vida, exige un compromiso con cada Vida concreta. Lo contrario conlleva una falsedad grotesca. Como referencia podemos consultar a los miles de niños(as) que desde antes de comenzar a andar ya ocupan las calles. Y la sociedad los tiene catalogados como chicos de la calle, el desecho de la sociedad honrada, civilizada. De hecho, no son como los chicos(as) de las familias decentes. Pero lo importante es que ‘lo son de Derecho’, se lo recordaríamos.
“¡Y por qué será que el Niño de Belén quiso ser reconocido como comida! A los pastores se les anunció que lo encontrarían en un pesebre, y los pastores saben que en el pesebre se deposita la comida. Jesús comida de la humanidad. Y de comida, de salud habló de manera concreta alimentando y curando. Por desgracia en estos nuestros días, una parte mínima de la humanidad disfruta de la obesidad económica, social y física, impidiendo que gran parte no tenga comida. Y no solo eso, ¿sabes pobre Niño? Si hubieras sido una vaca, como la del portal de Belén, y estuvieras en Europa, tendrías un subsidio de 2 dólares. Pero tuviste la mala suerte de nacer niño-niña, por esos mundos de Dios, y de entrada perteneces al grupo de los 30.000 niños(as) que mueren diariamente porque apenas te llegan unos céntimos de todo lo que necesita una vaca.
“Gentes de todos los colores, creencias, ideologías, estados socioeconómicos hacemos de esta época navideña como un recinto humano nostálgico. Es una ocasión para celebrar lo que sabemos que es bueno, deseable. Nuestros mejores sentimientos y deseos afloran con simpatía, naturalidad y un mínimo de sinceridad. Feliz Navidad no es solo una frase hecha. Llega a ser un deseo real”.
Para que la Navidad perdure más allá de su celebración, las verdades más incómodas deben estar presentes en el seno de las alegrías más profundas para que los frutos no sean insípidos o amargos, sino madurados al sol y al viento, con el agua de la compasión y la responsabilidad.