“Es más poderosa que antes”, declaró la hermana Nirmala, sucesora  de la Madre Teresa en la cabeza de la congregación de las Misioneras de la Caridad  en Calcuta.

Vestida como su ilustre predecesora, con el famoso sari de algodón azul y  blanco, la monja de 73 años asegura: “Sentimos su presencia en todo lo que  hacemos”.

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“El trabajo que hizo la Madre Teresa es el de Dios. Nosotros lo continuamos  gracias a las plegarias y bendiciones que nos envía desde el cielo”, añade,  desde la sede de la congregación ubicada en el corazón de la ex capital del  imperio británico de las Indias, ahora estado indio de Bengala Occidental  (este).

Nacida bajo el nombre de Agnes Gonxha Bojaxhiu en Skopje (Macedonia) el 26  de agosto de 1910,  la Madre Teresa era una religiosa católica de origen albanés  que llegó como novicia a India en 1929.

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Tras consagrar su vida a los pobres,  enfermos y moribundos de los barrios desfavorecidos de Calcuta, ciudad símbolo  de la miseria en India, recibió el premio Nobel de la paz en 1979. El papa polaco Juan Pablo II la beatificó en octubre de 2003, solo seis años después de su  muerte.

Enterrada en Calcuta (obtuvo la nacionalidad india en diciembre de 1951) la  célebre religiosa está en proceso de ser canonizada.

Dudaba de Dios
Sin embargo, quien se  convertirá en Santa Teresa dudaba de la existencia de Dios y sufría en su fe,  según revela su correspondencia publicada ayer.

“Las hermanas se sorprendieron, yo me sorprendí al enterarnos de cómo sufrió en su sed de Dios”, concluyó la hermana Nirmala.