Desorden. Un grupo de jóvenes entró por la fuerza a la localidad golden al tumbar una malla metálica que separaba la tribuna.
El viernes, a las ocho de la noche, El Jardín está repleto de jóvenes ataviados a la moda. Los hombres con gorras de beisbolistas, camisetas holgadas y zapatos deportivos. Las mujeres trepadas en tacones altos y con un vestuario más minúsculo y apretado a sus cuerpos.
Al fin y al cabo, asisten a un concierto de reggaetón, ese ritmo de moda con canciones que hablan de amor, gozo y sexo.
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La noche es colmada por el eco sincopado del reggaetón que expulsan los altoparlantes: ¡Bum, pam, pam, bum!
En el escenario, primero cantaron, bailaron y dijeron lo suyo: Míster Wilson, Andrea Bucaram, Oveja Negra.
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Pero esos fanáticos habían llegado tras Arcángel, el intérprete de 21 años que logró fama cantando con Don Omar, Tito El Bambino, Tego Calderón, Daddy Yankee, Wisin y Yandel, Yaga y Mackie, Alexis y Fido.
La gente empieza a convocarlo coreando su éxito Chica Virtual.
A las 21:50, entre humo, fuego artificial, una lluvia de papel picado y la histeria de su público, salta a escena Arcángel. El DJ está atrás y en lo alto. Dos coristas, dos parejas de bailarines se encargan de las coreografías. Y un violinista imprime un sello muy personal.
Arcángel, sobre el escenario, luce una camiseta blanca en cuyo centro están los colores de la bandera ecuatoriana y la típica cadena gruesa con el medallón de los reggaetoneros.
Al correr de la noche para alegría y alboroto de su público cantó sus éxitos Móntala, Vida Loca, Mi Fanática, Bonita...
Cuando los ánimos se caldean entre el público que intenta saltar la barrera de las localidades, pide calma, que no dañen la fiesta y deja de actuar por breves minutos.
Pero vuelven con más fuerza y goce: “A ella le gusta que le den/ Atrevida y maliciosa una demente bailando/ Si ella quiere que le den/ Si se me pega yo me le pego/ Y la seduzco perreando…”.
Abajo del escenario, los cuerpos jóvenes se arriman, se acolitan, bailan. Casi al final, Arcángel con la bandera tricolor, convoca al fantasma de Julio Jaramillo al cantar a capela Nuestro Juramento. Suenan con fuerza los aplausos, gritos y silbidos.
Pero sus canciones que hablan de amor, gozo y sexo siguen: Ayer te vi bonita/ caminando por la playa/ sola y desorientada ma/ por qué te encuentras solita/ tú mereces ser amada, querida y yo maltratado ma…
Así hasta la 23:30 con un público que empuja, puja y casi revienta como un volcán.
Adentro
Cuando el reggaetonero Arcángel interpretaba el sexto tema, el público que se encontraba en la tribuna arremetió para romper la barrera e ingresar a la localidad golden. El número de policías y miembros de seguridad fue escaso, pero lograron contener –en gran parte– la invasión. La situación empeoró cuando el ambiente fue contaminado por gas lacrimógeno. El espectáculo se suspendió por unos minutos y el resto del concierto se llevó a cabo con las luces prendidas. Aun así, reinó cierta inseguridad.
AFUERA
Después del concierto, pandilleros –que asistieron al evento– se dedicaron a asaltar a la gente que desde El Jardín caminaba hacia la avenida de las Américas en busca de transportes. Julio Almeida –quien apresurado caminaba con su hija de 15 años en busca de un bus– dijo: “Siempre ocurre lo mismo en este tipo de conciertos, igual fue después de la presentación de Don Omar, debería existir más seguridad policial”.