Cecilia tomó el apellido de la familia de Jama (Manabí) que la acogió y que -dice- la golpeaba, porque hace cuatro meses necesitaba matricular a su primer hijo en una escuela de Manta, donde hoy reside.

“Un señor que no conozco, en el Registro Civil de aquí (Manta), al ver que no podía sacar la partida de nacimiento, me ayudó por $ 100.
Después fue fácil sacar la cédula”, refiere. El documento consta que fue emitido el 26 de marzo del 2007. En él registro, como fecha de nacimiento de Cecilia es el 8 de mayo de 1985, aunque esa fecha ella considera que en la realidad es incierta. En los casilleros donde deben constar los nombres de sus padres, solo están unas columnas de letras x.

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“Sufrí mucho en la casa de los señores que me acogieron. Ellos tenían un hijo. El señor me ponía los pies en el cuello y me ponían a cuidar los animales, sin darme de comer. Muchas noches dormía en la calle por temor a que me peguen”, relata.

Cansada de los malos tratos se escapó, cuando debía tener 15 años, y fue recibida en el hogar de Blanca Proaño, quien la tuvo como empleada con sueldo. Un año después fue a Manta, a emplearse en la casa de una hermana de Martha. Un año más tarde pasó a hacer compañía a Ana Moreira, a quien Cecilia la trata como “mi abuelita”.

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En aquel hogar conoció a Gualberto, nieto de Ana, de quien se convirtió en su pareja. Con él ha procreado cuatro hijos y considera haber hallado el hogar que nunca tuvo. Hoy, dice no perder la esperanza de volver a ver a sus padres. Su madre tendría el apellido Olalla. No sabe más detalles.