‘Muito obrigado’ es lo primero que uno debe aprender a decir para viajar a Brasil. Significa muchas gracias en portugués y es la frase que deberá tener presente. Porque el brasileño agradece por todo, son muy amables y el turista propio o extraño es siempre bienvenido.
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Así fui recibido. El aeropuerto Galeão de Río de Janeiro se preparaba para recibir a miles de turistas en busca de bellas mujeres, arena, mar y sol...Aunque en este último no tuvimos suerte, porque el día en que llegamos caía una tenue llovizna que duraría hasta nuestro regreso. Pero no importó.
Llegamos a un hotel ubicado a una cuadra de la playa de Ipanema, la más exclusiva de Río de Janeiro. Allí se ubican algunos de los mejores hoteles, restaurantes, discotecas, bares y desde allí -a 20 o 30 minutos- se puede ir al Cristo Redentor (Corcovado), Pao de Azúcar, Maracaná o al lago Rodrigo de Freitas, que mostraba un enorme árbol navideño en medio de sus aguas y que cambiaba de color en medio de un juego de luces y motivos navideños.
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Junto a Ipanema está Copacabana, que a decir de los propios cariocas no es tan exclusiva como la primera. Al recorrer estas playas desde Leblón -otra playa- uno se encuentra con una hilera de grandes edificios de apartamentos, una feria de artesanías y textiles, gente practicando ejercicios, especialmente trotar y deportes playeros.
En este punto es importante destacar que los hombres cariocas se preocupan más por ejercitarse: de unas cien personas que pasaron, noventa eran del sexo masculino.
A las cuatro de la tarde del domingo 31 empezaron los conciertos de la fiesta Nokia New Year’s Eve (fiesta de la víspera de año nuevo), una provocación que reunió en vivo a unas 150 millones de personas en el mundo (vía TV e internet) y unos 1,3 millones de espectadores en vivo.
NNYE fue presentado por primera vez internacionalmente, masivamente, cruzando fronteras. No así las anteriores ediciones. Para los ejecutivos de Nokia esta fiesta puso a bailar en las arenas de Ipanema a un millón de personas.
Según las latitudes, la celebración del Año Nuevo se iba tomando los escenarios preparados por la marca de celulares finlandesa. Esto se pudo ver en pantallas gigantes en el superiluminado escenario de Ipanema, mientras un gran letrero electrónico mostraba mensajes con los deseos de un mejor 2007 enviados vía celular.
Attomic Kitten y Hacken Lee desde el Ocean’s Terminal (Hong Kong); Nelly Furtado (Andheri Stadium de Mumbai); Scissor Sisters desde la puerta de Brandenburgo en Berlín; y finalmente Ludacris y Rihanna desde Nueva York.
En la sala VIP, a la que fuimos invitados por Nokia, nos esperaba gastronomía, bebidas locales y buena farra. Vestidos de blanco desde la terraza, y peleándonos por ocupar la mejor vista.
El show era gratis; de repente la arena desapareció y la playa se cubrió con descamisados, bonitas mujeres, todos a la espera de John Legend, quien abrió el espectáculo. Luego vinieron el DJ Malboro, Funk’n’ lata, Sergio Mendes, que hizo corear y danzar a los presentes.
Quienes desconocíamos esos temas nos limitamos a seguir la buena onda de los cariocas. No pudimos quedarnos quietos.
Finalmente, después de veinte minutos de la medianoche, el cuarteto californiano de hip hop Black Eyed Peas (Los Guisantes Negros) hizo lo suyo. Will, Fergie, Apl y Taboo se lucieron con su vibrante música, alegre funk y provocador espíritu en vivo.
Cada uno de sus integrantes se entregan, dejan todo. Cantan, y en el baile tienen su propio estilo. Brincos, pasos de breakdance y un repertorio de bombazos al mejor estilo de hip hop son parte de su fama.
Fergie (Stacy Ferguson), vocalista principal, mostró su talento: salta, baila, da volteretas y se vale de su sensualidad para atraer miradas, para seducir al público. Hace poco presentó The Dutchess, su primer trabajo como solista.
Will.i.am (Will Adams) es el más fashion. Es de descendencia jamaicana y en cada salida lució trajes de su propia línea de ropa.
El concierto seguía. La leve llovizna también y los BEP animaron al público a que encendieran los celulares. La gente enloqueció y la playa era un manto de luz.
Luego vinieron Shut Up, Don’t Phunk With My Heart, Don’t Lie, My Humps y Pump it, todos bien coreados.
Apl.de.ap (Allen Pineda) demostró que no en vano lleva en la sangre una mezcla exótica (su madre es filipina) de baile y canto que lo convierten en uno de los más carismáticos del grupo. Su derroche de energía es contagioso. El más latino, Taboo (Jaime Gómez), jugó con el público contorneándose y haciendo alarde de su larga melena. Su papá es mexicano.
Con elogios a Brasil, el grupo también interpretó Más que nada, junto al veterano músico brasileño Sergio Mendes, quien vive en EE.UU. Su presentación es histórica porque no había tocado en Brasil hace 28 años y en Río fue la primera vez que lo hizo gratis.
Luego se presentó la escuela de samba Grande Rio, una hermosa garota negra sucumbió a quienes estaban en las primeras filas.
Celebración aparte
Mientras millones de personas nos distraíamos con los conciertos y fuegos artificiales, los adoradores de Jemanjá (Iemanjá o Yemanjá) dejaban sus ofrendas en la playa.
Inmediatamente después de la medianoche, religiosos de las creencias afrobrasileñas hicieron sus ofrendas a la reina de las aguas. En pequeños barcos flores y regalos cubren el mar de Copacabana, acompañados de pedidos de buena suerte.
Se puede entrar en el mar para tomar el primer baño del año, escribir el nombre en la arena, vestirse de blanco. Lo importante es sentir la emoción.
Juegos pirotécnicos
Como todos los años, la principal expectativa se centra en las playas de Copacabana. Las autoridades de Río de Janeiro se esmeran para que los fuegos artificiales sean mejor y más estruendosos cada año.
Desde Ipanema pudimos ver la fiesta réveillon (así se denomina a la celebración con fuegos artificiales). Fue una espectacular muestra pirotécnica; los periódicos locales publicaron las cifras de los turistas que disfrutaron de la Cidade Maravilhosa: aproximadamente tres millones, incluidos 600.000 extranjeros. Se usaron 19.000 bombas artificiales que alumbraron el cielo carioca y el valor total de las fiestas en Río fue de $ 2,3 millones. Hubo mucho resguardo policial.
Lo que quedó
Cuando eran las tres de la mañana la mayoría se retiró. Contentos, con algunos tragos, cansados, tuvimos que caminar. Los cariocas a sus casas, los turistas a sus hoteles y los más aguantones seguimos farreando.
Cruzamos la avenida Atlántica, aunque en la playa se instalaron baños, las palmeras y espacios disponibles de esta calle sirvieron para que la avalancha de hombres y mujeres dejen todo lo que habían bebido.
Bajo la llovizna y ocupando pocos lugares con escasa luz, parejas de distintas tendencias sexuales se desesperaban por declararse ‘buenos’ deseos para el 2007. A la mañana siguiente las playas estaban cubiertas por las ofrendas a Jemanjá que el mar había regresado.
Así se cerró una gran fiesta. Una noche llena de experiencias maravillosas. Personalmente, pedí a Jemanjá que la suerte me acompañe siempre y que me traiga de vuelta a las playas de esta hermosa ciudad de gente divertida y hospitalaria.