Igual que en los ojos, los recuerdos deleitantes de este año están en mis oídos. Todo se debe a Sofía Coppola y su esplendorosa María Antonieta, que pude ver hace poco a pesar de que todavía no se ha estrenado en Ecuador. Allí la música tiene un rol protagónico involucrado casi tangiblemente en la visión posmodernista de una directora treintañera que aquí realiza su obra maestra. La música también fue incorporada visceralmente por el genial Robert Altman en A prairie home companion, creación final del gran independiente de los directores norteamericanos, estrenada en EE.UU. pocos meses antes de su fallecimiento y todavía ausente de nuestras pantallas.