Aunque aún no llegaban, desde esa hora, en la salsoteca sonaban sus éxitos y las pantallas gigantes eran inundadas con sus conciertos.

Pero a las doce, como verdaderos enviados de Dios, arribaron al escenario de la Cali y comenzó la fiesta. Fiesta sin Diego Galé, quien en 1989 fundó la agrupación, siguiendo los pasos de su padre Jaime Galé.
Ese año lanzan Frívolo, su primer disco en el que sobresalieron Mi vecina y Amor secreto, temas ya clásicos.

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Después de la primera canción, Jimmy Galé, vocalista del grupo, dijo que su hermano no vino porque está en los estudios preparando el próximo disco del grupo.

Aunque al inicio el público solo estaba de espectador,  al sonar el recordado Traes a mí  (Traes a mí tantas cosas/ traes a mí tantos deseos/ traes a mí tantas ganas), con ganas se lanzaron a bailar y ya no se sentaron en toda la noche porque el Grupo Galé pone candela en las pistas.

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La noche del jueves, el colombiano Grupo Galé reafirmó lo que han venido haciendo años atrás, recrear con autenticidad y estilo propio la salsa clásica de los setenta, la de la Fania All Stars, La Sonora Ponceña y El Gran Combo. Pero con su toque tradicional. Con su golpe y ritmo que incursiona en el bugaloo, en la salsa para bailadores, rumba, descarga, montuno y ese swing romántico que se clava en el corazón y en la memoria.

Con razón afirmó el maestro de ceremonia: “Esta es la salsa con personalidad”.

Durante dos horas, Grupo Galé hizo bailar a los rumberos de la Cali Salsoteca, más aún cuando sonaron verdaderas joyitas como Beso a beso, Mi vecina, Vuelve a mí, que la dedicaron a los emigrantes.

Los colombianos que estaban en gran número gritaron “Viva Colombiaaa”. Desde el escenario, los músicos respondieron: “Viva Ecuadooor”.

La noche se cerró con La papaya y el banano. El objetivo se cumplió.
La gente bailó porque Grupo Galé metió candela brava.