Por un momento pareció que todo iba a colapsar: las filas de gente frente a los ascensores colmaban el lobby del hotel Dann Carlton de Quito y quince pisos más arriba, en el penthouse, la gente brotaba a borbotones.
Las sillas tampoco dieron abasto, así que muchos hombres y mujeres, unas con el cuello rodeado de pieles y otras en jeans, tuvieron que quedarse parados atrás evocando sobre sus dos pies las imágenes que emitía un video preparado por la editorial Alfaguara para el evento.
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Aquellos carros Pontiac con esas aletas grandes que parecían objetos anfibios o voladores, las refrigeradoras de cuando el Pájaro era chiquito (o sea hace fuuu....), los tocadiscos, las rocolas, Manolete en traje de luces (respecto a cuyo parecido el autor dijo: “Es el mejor piropo que me han hecho en la vida”), la Pequeña Lulú, Archi... sumados a los discos del papá de María Fernanda Heredia, directora editorial de Alfaguara, todo parecía dispuesto para ponerse a bailar twist.
Pero de pronto se fue la luz y muchos secretamente pensamos que la afluencia de público al lanzamiento de la nueva edición de Alpiste para el recuerdo, del Pájaro Francisco Febres Cordero, había rebasado todas las expectativas logísticas.
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El pánico amainó cuando las luces volvieron a encenderse y aparecieron en escena el Pájaro y el poeta Iván Oñate. El primero trató de evitar las declaraciones públicas y propuso más bien que los discos volvieran a girar; el segundo, inició una intervención preparada con antelación en casa del Pajarito para que saliera “bien espontánea”.
Oñate comenzó citando a Jorge Luis Borges, para concluir que “el tiempo no fluye hacia adelante, el tiempo verdaderamente fluye hacia atrás, hacia donde sucede nuestro pasado, aquí radica el éxito del Alpiste”.
Y se abrió un diálogo que duró más de tres horas en el que los contertulios iban lanzando alpiste de a puñados a los muchos que allí acudieron para reír y rejuvenecer con el recuerdo.