El mito de que alguien le prestaría la más mínima atención a los intolerantes y desagradables comentarios del Presidente de Irán, si este país no yaciera sobre una profusión de petróleo.

Me gustaría agradecer al presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, por su observación en cuanto a que el holocausto nazi en contra de los judíos fue solamente un “mito”. Hoy en día ya no se ven dirigentes mundiales expresándose con tanta honestidad, no con respecto al holocausto, sino en lo tocante a su propio antisemitismo y el verdadero carácter de sus regímenes.

Pero, debido a que el Presidente de Irán ha sacado a colación el tema de los “mitos”, ¿por qué detenerse con el holocausto? Hablemos de Irán. Empecemos por el mito relativo a que Irán es una “democracia” islámica y que Ahmadinejad fue elegido por medios democráticos.

Él fue electo, seguro, luego de que los reformistas iraníes vieran el cierre de sus periódicos, y que partidos y candidatos fueran proscritos por los clérigos, que no fueron elegidos popularmente, los cuales realmente están en control en Teherán. Lo siento, Ahmadinejad no se sirve filete en restaurantes vegetarianos, ni se permiten los biquinis en colonias nudistas, y tampoco se habla de “democracia” cuando se prohíbe la postulación de la mayor parte de tus rivales más populares. Así que no eres nada más que un sha con un turbante y unas cuantas cajas chuecas, llenas de votos, regadas por ahí.

Y hablando de mitos, aquí hay otro: la afirmación de que los clérigos de Irán tienen alguna popularidad entre un grupo representativo de la juventud iraní. Esta semana, Ahmadinejad expuso ese mito cuando prohibió toda la música occidental en las estaciones de radio y televisión, manejadas por el Estado. Cada vez que un régimen tiene que prohibir cierta música o literatura eso significa que ha perdido el control sobre su población joven. No puede confiar en que ellos efectúen los juicios “correctos” por sí solos. El Estado debe hacerlo por ellos.

Y antes de que dejemos este tema de los mitos, permítanme agregar uno más: el mito de que alguien le prestaría la más mínima atención a los intolerantes y desagradables comentarios del Presidente de Irán, si este país no yaciera sobre una profusión de petróleo y gas. Las exportaciones más famosas de Irán hoy día, aparte del petróleo, son alfombras y pistachos: las  que había en 1979 cuando los clérigos tomaron el poder.

Lo que definitivamente es un hecho es el peligro que representaría alguien como Ahmadinejad si su país desarrollara un arma nuclear. Sin embargo, es hacia allá donde va la situación. Irán tiene tantos recursos económicos derivados del petróleo para prodigar por Europa que no le preocupa, ni por un instante, que los europeos lleguen algún día a imponerle verdaderas sanciones a Teherán por negarse a abrir su programa nuclear.

“Occidente ha perdido su ventaja”, anota Gal Luft, experto del ramo de energía por el Instituto para el Análisis de Seguridad Mundial. Europa es adicta tanto al petróleo iraní como a las compras que hace Irán de bienes europeos. Al mismo tiempo, el régimen iraní ha sido muy astuto en lo tocante a la petrodiplomacia.

Después que Estados Unidos invadiera Afganistán e Iraq,   “los iraníes supieron que necesitaban una póliza de seguro”, agrega Luft. “Así que hicieron dos cosas: se concentraron en el desarrollo de una bomba y prosiguieron con el cierre de tratos para vender gas a un tercio de la humanidad: la India y China”, los dos países que consumen energía a los índices más acelerados en  el mundo. Así que es muy improbable que China llegue a permitirle algún día al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que imponga sanciones a Irán.

Todo el mundo, al parecer, está siendo comprado por el petróleo. Gerhard Schröder,  ex canciller de Alemania, acaba de convertirse en el presidente del proyecto del gasoducto ruso-germano, controlado por el gobierno de Rusia, que promovió durante su periodo. ¡El hombre acaba de abandonar el puesto de líder de Alemania y ahora  trabaja para los rusos!

Se dice en la Casa Blanca que el presidente Bush está tratando de encontrar un tema para su mensaje sobre el Estado de la Unión y para sus próximos tres años. Sr. Presidente, ¿qué otra cosa tiene que suceder, cuántos huracanes Katrina más, cuánta conducta imprudente más por parte de Irán, cuántos aliados más comprados por los petrodólares, antes de que usted  se dé cuenta que solamente hay una cosa por hacer durante los tres años siguientes: conducir a  Estados Unidos y el mundo hacia la conservación de la energía, la reducción de la dependencia del petróleo y el desarrollo de energías alternativas?

Tres años más con el precio del barril de crudo a 60 dólares socavarán todo el bien que Estados Unidos desea hacer en el mundo, y eso no es ningún mito.

The New York Times News Service