Vicente Lecaro Coronel,  el recordado Ministro, zaguero central de Barcelona entre 1957 y 1971, siente mucha pena por lo que  sucede con el club amarillo, con el que dio varias vueltas olímpicas en el campeonato nacional y los desaparecidos torneos de Guayaquil

Como un ex jugador e hincha, aspira a que su equipo se encuentre en los primeros lugares, pero no comprende lo que pasa en la institución. En este 2005  se repitió la historia de anteriores temporadas: malos resultados, cambios de técnicos (en este año fueron cuatro: los argentinos Salvador Capitano, Pedro Marchetta, el colombiano Juan José Peláez y el ecuatoriano Carlos Sevilla) y reclamos airados de los aficionados que ven poco probable el título de campeón.

Lecaro no acusa de la situación a jugadores, técnicos y dirigentes. La otrora figura torera señala que a veces en el fútbol “un equipo marcha bien o va mal”, y precisa que ahora Barcelona  atraviesa una mala racha que lo puede privar, como hace ocho campañas, del título.

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“Barcelona siempre es ídolo y siempre ha contentado a la afición. Por eso pienso que en mi época todos nos poníamos como meta ganar, (nosotros) entrábamos a matar a la cancha,  nunca a perder”, rememora Lecaro.

“No se ganaba mucho dinero y a veces nos debían, pero siempre estábamos ahí.  Comprometidos con una causa, por complacer a la afición, que es la verdadera paga que un futbolista puede tener”, sostiene Lecaro, que en mayo pasado fue elegido por los seguidores amarillos como el Ídolo del Ídolo del Astillero en una encuesta de Diario EL UNIVERSO.

 El Ministro indica que en un aniversario de fundación del club (el pasado 1 de mayo) “les dije a los jugadores que deben poner amor propio, amar a la camiseta; no sé  qué piensan quienes   la defienden ahora”.

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Lecaro pone como ejemplo que él  a veces jugaba lesionado. “Varias veces utilicé una faja para contrarrestar los dolores en la cintura; también tuve problemas en los brazos y piernas”, confiesa.

“Uno hacía hasta lo imposible por ganar un compromiso, por no perderlo, pese a estar disminuidos físicamente”, relata.

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Que sientan la camiseta
“Si la queja de algunos jugadores es porque no les pagan,  les cuento que en una ocasión a mí me debían dos meses de sueldo y 33 primas (premios), que en aquel tiempo equivalía unos 25 mil sucres; pero solo me pagaron cinco mil; entonces era un borra y va de nuevo y a seguir defendiendo al club”, cuenta.

Señala que una de las alternativas para que Barcelona salga de la crisis es que se piense en las divisiones inferiores. “Se debe buscar al juvenil, apostar por él para que se sienta  más comprometido con la divisa amarilla”.