Dos atentados suicidas, a cargo de dos kamikazes que accionaron sus bombas entre los fieles en dos mezquitas chiitas en Janeqin, al noreste de Bagdad, provocaron ayer al menos 75 muertos.

Horas antes, otros dos atentados suicidas con coches bomba de forma casi simultánea, que se dirigían aparentemente contra un hotel habitado por extranjeros, devastaron un barrio residencial del sur de Bagdad y causaron la muerte al menos a seis personas, entre ellas una mujer y dos menores.

El balance podría ser más elevado, según temen algunos testigos porque aún hay cuerpos entre los escombros de la gran mezquita. Uno de estos testigos habla de al menos ocho cuerpos sepultados bajo los escombros.

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Los dos kamikazes se hicieron explotar en las dos mezquitas chiitas frecuentadas por los kurdos llamados faylis. Una de las personas que sobrevivió explicó que “los dos suicidas se mezclaron entre los fieles y activaron sus bombas durante las plegarias”, con cuatro minutos de diferencia entre uno y otro.

Las explosiones de los coches bomba en Bagdad se produjeron cerca del hotel Hamra, frecuentado por extranjeros, y del centro de detención donde el domingo se descubrió que se torturaba a prisioneros sunitas.

En tanto, al oeste de Bagdad, en Ramadi, las fuerzas iraquíes y norteamericanas mataron el jueves pasado a 32 rebeldes, indicó el ejército.

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Finalmente, el presidente de la región autónoma kurda de Iraq, Massud  Barzani, afirmó que su comunidad se vería obligada a proclamar la independencia si una guerra civil estalla en el país.

En tanto, el líder de Al Qaeda en Iraq, el jordano Abu Musab Al Zarqaui, ha amenazado de muerte al rey Abdalá II de Jordania y aseguró que hoteles, centros turísticos y embajadas en ese país serán objetivo de nuevos atentados.

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30 MIL CIVILES
iraquíes, la mayoría mujeres y niños, se calcula que han muerto desde que Estados Unidos inició la invasión en marzo de 2003, según estimaciones de organizaciones de Derechos Humanos.