Los misterios de la exhibición de películas por estos lares a veces pueden ser agradablemente insólitos. Hoy no llega nada de Gringolandia porque los tres filmes estrenados son de Francia.

Recomiendo uno de ellos con todo mi corazón, porque al ver La mariposa (Le papillon) solo se me vino a la memoria lo que la genial escritora Gertrude Stein (que si era gringa, hay que recalcar) dijo de sus experiencias vividas en París en las primeras décadas del siglo pasado: “La razón por la que todos comenzamos a vivir en Francia es porque a pesar de que allí hay métodos científicos, máquinas y electricidad, en Francia nadie piensa que esas cosas tienen que ver con el asunto más verdadero, que es vivir. La vida siempre será tradición y naturaleza humana”.

Y en el cine mundial esta invalorable sabiduría adquiere una preponderancia única, especialmente en un filme como La mariposa, que hoy se verá exclusivamente en Supercines. Nadie como los franceses para recrear lo inusual. O lo que pensamos que es puramente trivial, pero que al ser descubierto por la sensibilidad del director Philippe Muyl, la amistad de un hombre adulto con una niña de 8 años adquiere las mismas proyecciones de una disertación filosófica.

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Pero no confundamos el género: el filme es una comedia donde la secuencia más dramática es el momento en que vemos la alucinante metamorfosis de un insecto que se convierte en el ícono central de la historia.

Tampoco pensemos que esto es una clase de ciencia. Hay un humor indescriptible en los dos protagonistas: Julien (Michel Serrault) es un relojero sesentón cuya única pasión es la entomología y el cuidado de las exóticas especies de mariposas que él preserva en su casa. Allí arriba vive Elsa (Claire Bouanich), una niña solitaria que vive con una madre muy joven (Nade Dieu), que no tiene mucho tiempo para su hija, por su trabajo de enfermera en horarios donde a veces la niña tiene que esperarla por horas.

El acercamiento entre Julien y Elsa es la hazaña central de La mariposa. Hay una balanceada dosis de humor y melancolía entre los dos, cuando Elsa se esconde en el carro del hombre al partir a una excursión a la campiña en busca de Isabela, un exótico espécimen de mariposa que solo aparece en ciertas temporadas.

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Al principio la relación es borrascosa. “Los niños son como un sueño, luego crecen y se convierten en una pesadilla”, dice Julien. Observados por la cámara de Muyl en los idílicos escenarios franceses, estas dos figuras revelan sus interioridades en la búsqueda de algo tremendamente serio y delicado: el cariño entre dos seres concebido como algo puro e ideal.

Sin poder comunicarle a la madre la desaparición de su hija, el asunto adquiere otros matices ante la sociedad. “Estos entomólogos a veces resultan ser unos psicópatas”, dice el policía que los busca.

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La película también juega con percepciones tradicionales sobre la niñez porque todos sabemos que los adultos creen más a los adultos que a los niños.

Philippe Muyl va mucho más allá de esas reflexiones, sin pretensiones de ofrecernos la respuesta final. Y eso es uno de los mensajes de su maravillosa película. “Las únicas preguntas realmente serias son las que hasta un niño puede formular”, decía Milan Kundera. Entonces, vean La mariposa y que cada uno encuentre su verdad.

Dirección y guión: Philippe Muyl.
Elenco: Michel Serrault, Claire Bouanich, Nade Dieu, Françoise Michaud y Hélène Hily.
Género:  Drama.
Duración:  84 minutos.
País: Francia, 2002.
Cines:  Supercines.