El escritor Leonardo Valencia Assogna dice que escribir de determinado tema  no garantiza que una obra funcione. Esta debe tener, además, según su criterio,  una buena concepción formal.

De una literatura en la que sus autores no se han ceñido a hablar solo de sus países, sino que han tratado otros territorios.  De ese modo   puede resumirse la conferencia ‘Geografías nómadas de la literatura latinoamericana’, que brindó el pasado miércoles, en el café galería Barricaña, el escritor guayaquileño residente en Barcelona, España, Leonardo Valencia.

Este texto, manifestó, nació de una petición que le formuló la Universidad Autónoma de Barcelona y que consistía en  una  conferencia sobre literatura ecuatoriana para unos estudiantes de posgrado en literatura latinoamericana.

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Valencia señaló que en la última década  se ha dado una recuperación de la publicación   de obras ecuatorianas en el extranjero,  pero que la publicación fuera del país no debe ser vista como un punto  de llegada,  porque no es suficiente.

Es un punto de partida, anotó,    y afirmó que  lo difícil es lo que debe venir  a continuación: la integración de la literatura ecuatoriana en un discurso amplio sobre la literatura. “Esto, a mi modo de ver, es lo que  falta por desarrollarse y en un futuro empezar a consolidarse”, refirió. 

El autor de La luna nómada  piensa que más allá de los apoyos oficiales de los países, lo que cuenta es el talento individual, una personalidad literaria capaz de abrirse camino por sí sola frente a la mejor literatura del mundo. “No es el país cuanto país, ni su literatura, la que abrirá el camino para que la obra de un autor conecte con la literatura mundial. Será la integridad fuerte del escritor la que desbrozará el camino. En ese sentido, ningún país sirve de garantía”, enfatizó.

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Comentó que le llamaba la atención los compartimentos cerrados desde los  cuales se tiende a analizar la  literatura latinoamericana. Se lo hace generalmente  por razones didácticas, dijo, pero  este hecho pone en evidencia una tradición literaria: aquella que da cuenta de literaturas de acuerdo a la naturaleza de sus países o a partir de los países.

Hay, sin embargo,  otra tradición que no se pone  en evidencia y es la que a él le interesa tratar: una literatura en la que sus autores no se han limitado a hablar solo de sus países, sino que se han abierto a otras posibilidades.

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Dijo que  esta tradición, que no es reciente, y que tiene como una de sus figuras cimeras al escritor argentino Jorge Luis  Borges, ha tomado fuerza en los últimos 30  años.  Son muchas las obras publicadas que se han volcado a narrar no solo la realidad de cada país, sino la del mundo o han inventado mundos especiales.

 Citó, por ejemplo,  libros como La  vida exagerada de Martín  Romaña, del peruano Alfredo Bryce Echenique, en la década del ochenta; y en los años noventa, El viajero de Praga, del ecuatoriano Javier Vásconez; y especialmente dos obras: la del mexicano Jorge Volpi, titulada  En busca de Klingsor; y la del chileno Roberto Bolaño, Los detectives salvajes.

 Refirió  que para que esto suceda los narradores han llevado a cabo una operación que otras tradiciones –la inglesa o norteamericana– han cumplido hace tiempo: tener un conocimiento desenvuelto de lo que se escribe en el resto del mundo y una capacidad para modificar las coordenadas de lo real para intentar un mundo nuevo en sus ficciones.

Dijo que esta apreciación se puede malinterpretar, se puede creer que plantear apertura a otros temas significa la exclusión de temas locales. Pero de eso no se trata, anotó.

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Expresó  que no se debe pensar que al escribir sobre otros territorios se garantiza el logro de una novela o un cuento. Hay libros que interesan por el alto grado de resolución formal. Indicó  que no son los temas únicamente  los que configuran una obra, sino la forma en que estos temas se integran para que un texto pueda conectarse con un lector de amplio espectro.

Mencionó que hay otro factor que se ha puesto en evidencia en los últimos años:  la dispersión y proyección de los latinoamericanos por el mundo. Concluyó  que nuestras identidades se mezclan, se fusionan, se enriquecen con otros ámbitos y culturas. “Se pierde identidad, pueden decir algunos, pero no es así, se ganan nuevas identidades y se dan herramientas para  que a partir de la imaginación podamos movernos en un mundo que exige cada vez más ductilidad y flexibilidad para integrarnos a él”, argumentó.   

Notas

DIÁLOGO
Tras  la conferencia  de Valencia hubo un diálogo. Lo condujeron Erwin Buendía y Carlos Calderón Chico.

COINCIDENCIA
Valencia, Buendía y Calderón fueron con camisas celestes y aclararon que  se trató  de una coincidencia.

ESCRITORES
Al acto acudió gente del medio literario, como  Cecilia Ansaldo, María Leonor Baquerizo y   Maritza Cino.

PREGUNTAS
Algunas de las preguntas que el público le hizo a Valencia giraron en torno a la identidad.