Los seres humanos ya no se dan: se abandonan o se venden. A veces se acuestan enamorados, despiertan al lado de una persona extraña. Los ingleses dicen: “one morning tea has another taste”. El sabor del té, en realidad no tiene la culpa.

Todas las flores están enfermas; de no ser así, ¿por qué morirían tan jóvenes? El colmo de la miseria no es la muerte sino la ausencia. Las amapolas crecen en terrenos ingratos. Apenas las tocamos, se mueren. Nunca sueñan con exhibirse en el florero: solo pueden crecer donde hallan libertad. Nacemos capaces de grandes pasiones pero descuidamos las diminutas ilusiones. La vida se va como carretera en retrovisor. Tengo nostalgia de la época en que la gente que se amaba escribía cada noche interminables cartas. El amor crecía de poco a poco, descubría el cuerpo amado de poro en poro. Es bueno tener misterios en reserva. Ahora tenemos prisa, leemos la vida saltando páginas. Romeo y Julieta, por equivocación, murieron jóvenes. Se necesita paciencia para cultivar el amor hasta que adquiera serenidad al perder fogosidad. Las arrugas de las personas que no amaron son feas, enmarcan la boca, achican los ojos, devastan las mejillas, enrejan la frente. Los seres gentiles destilan dulzura por más que tengan noventa primaveras. Otros solo saben coleccionar inviernos. No sabemos apreciar los detalles porque no son intensos: la buena salud, el olor del café, el vino compartido, la luz, el contacto de otra piel, el niño que nos saluda en el camino y se va cantando. Cuando amamos no sabemos callar. Si hablamos somos dos. La intuición sin subtítulos es la inteligencia del corazón. Creemos que la televisión vende felicidad mas los verdaderos regalos no son materiales. Están hechos del aire, del espíritu, como las mismas hadas o los ángeles que no sabemos identificar, aun cuando nos guían. Hay virtudes que causan miedo, defectos que enternecen. Desconfío de la gente sin debilidades. Solo son dichosos aquellos que se sienten a gusto en su propia piel. Los idealistas no son felices porque buscan algo que jamás encuentran. La esperanza, sin embargo, es una linda manera de medir el tiempo. A veces, cuando más difíciles lucen las cosas, más sencillas son: nosotros somos los complicados. Hay palabras muy pequeñas que mueven montañas. No existe equilibrio posible donde hay angustia.

Debemos amar todo con intensidad para que el espíritu guarde su lozanía mientas se marchita la envoltura. Las personas muy ricas son pobres cuando las obsesiona la fortuna. Si dejan de ser lo que poseen, descubren lo que son, tienen la oportunidad de salvarse. De nada sirve el dinero cuando nos encandelilla. Existe una obesidad de la riqueza. De nada sirve la ternura cuando no posee el sentido del humor. De poco sirve la inteligencia cuando no se viste de bondad. Si tomamos conciencia de lo que es la vida, tocamos el cielo. Cada vez que amamos sin medir, nos volvemos inmateriales. Cuando odiamos, asoma la bestia que llevamos dentro. Si nos suelta la mano el niño que fuimos, nos extraviamos en el sendero. Amar es nacer. Lo demás es literatura.