Genio del ajedrez y personalidad excéntrica, el  estadounidense Bobby Fischer es considerado como el jugador brillante de todos los tiempos.

Conocido por su fuerte personalidad, el ex campeón mundial de ajedrez se convirtió en un símbolo de la lucha contra el comunismo  durante la época de la Guerra Fría.

Nacido el 9 de marzo de 1943 en Chicago (Illinois), hijo de un médico de  origen alemán, Robert James Fischer fue criado en Brooklyn (Nueva York) por su  madre, tras el divorcio de sus padres.

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A los 6 años, su hermana mayor le enseñó a jugar ajedrez, lo que  terminaría siendo su única pasión. A los 14 ganó el campeonato júnior y  senior de Estados Unidos, antes de convertirse al año siguiente en el candidato  más joven en disputar el título de campeón del mundo.

Tras un resultado malo en 1962, acusó a los soviéticos de conspirar en su  contra y poco tiempo después se unió a la Iglesia  Universal de Dios.

En 1968 se retiró durante un año y medio para preparar su revancha contra  los soviéticos que reinaban desde 1948 en los escenarios mundiales.

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Su retorno fue triunfal y su duelo contra Boris Spassky en el campeonato  mundial en 1972 en Reykjavik marcó la apoteosis de su carrera. Tras esta  victoria, Fischer desapareció de la escena pública.

En 1975 protestó contra las reglas de la Federación Internacional de  Ajedrez, lo que le valió el retiro de su título, atribuido al soviético  Anatoli Karpov.