Hoy la lectura ha sido noticia –una buena noticia, para ser exacto– cuando recibimos la información que se ha declarado al 2005 como Año Iberoamericano de la Lectura, por parte del Ministerio de Cultura de España.

Este es un acontecimiento especial, porque se encuadra en un acontecimiento también extraordinario: el 16 de enero de 1605, hace 400 años, comenzó a venderse la primera parte de El Quijote de la Mancha, obra cumbre de Miguel de Cervantes, que marcó el inicio de la novela moderna y dio nacimiento al “mito quijotesco” o la defensa de los más elevados principios morales.

En efecto, sin imaginar el significado que su novela adquiriría en la literatura universal, Miguel de Cervantes Saavedra empezó a escribir las andanzas de Alonso Quijano, un hidalgo de unos 50 años que perdió el juicio por leer novelas de caballería, en una cárcel de Sevilla donde purgaba una pena por deudas entre 1592 y 1597.

Según la historia, el 20 de diciembre de 1604, la imprenta de Juan de la Cuesta, en la calle Atocha, en el corazón de Madrid, terminó de imprimir el primer ejemplar de El Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuya primera parte tenía 52 capítulos. Menos de un mes después, es decir, el 16 de enero de 1605, como queda dicho, comenzó a comercializarse parte de los 1.200 ejemplares en la librería de don Francisco de Robles.

Así, hace 400 años nació la novela como género literario. Su autor, un ex soldado e intendente de los buques de Felipe II. Un hombre que vivió durante los reinados de Carlos V, Felipe II y Felipe III y que, por lo tanto, fue testigo de la grandeza del imperio español y de su decadencia. Un hombre de gran altura moral y enorme cultura. Vivió y murió pobre. No alcanzó la gloria en vida y no fue feliz. Pero su obra publicada en 1605 es la más traducida de la historia de la literatura universal.

En el contexto de la celebración del IV Centenario de la publicación de El Quijote se creó el Plan Iberoamericano de Lectura (Ilímita), que auspicia una serie de actos culturales y sociales alrededor de la lectura, que es la mejor actividad de crecimiento intelectual y espiritual.

En el Ecuador, los planes de lectura en los últimos años se han ejecutado por iniciativa de la Casa de la Cultura. El programa Eugenio Espejo es uno de ellos, aunque hoy ha pasado a depender del Ministerio de Educación.

La realidad del país en cuanto a índices de lectoría no es muy optimista. La educación en general no ha promovido la lectura por el placer de leer, sino por obligación o deber, e inclusive como castigo. Esta situación no puede continuar porque la cultura de un pueblo se mide, en cierto modo, por los niveles de lectura y sobre todo por la comprensión lectora.

Este año, con ocasión de los 400 años de la aparición de El Quijote, es una buena oportunidad para desarrollar un proyecto nacional de lectura.

Diario EL UNIVERSO ejecuta desde el sector privado un vigoroso plan con sus coleccionables y publicaciones en favor de la cultura del libro. Pero, ¿se puede esperar una respuesta oportuna del sector público ante el IV Centenario de El Quijote?