Los superhéroes representan el sueño colectivo del poder y la salvación, pero no podrían haber sobrevivido a lo largo de las décadas si no fuera porque su eficiencia simbólica está directamente relacionada con su capacidad de integrarse a los tiempos actuales. Lo que hace años parecía ciencia ficción hoy es realidad y su efecto se ha perdido, por lo que la adaptación de los viejos superhéroes se hizo imprescindible. Sin embargo, el desarrollo de la tecnología y la biogenética en el nuevo milenio va mucho más rápido que la imaginación de los creadores de personajes de historietas y cómics con poderes “sobrenaturales”.

La penetración de los superhéroes en la cultura occidental es tan grande que todas las artes y disciplinas se han nutrido de ellos: las fantasías de poder adolescente y de eternidad que representan hicieron que fueran usados como instrumentos tanto de propaganda política como comercial, y que hayan sido objeto de discusiones sociales al punto de haber sido víctimas de la censura macarthista. Allí no hubo superpoderes que lograran revertir la situación, pero años después sus creadores echaron mano al auge mundial de la televisión, los juegos de video y otras vertientes de la historieta -como el manga japonés-, para mantenerlos en los topes de la popularidad y aggiornarlos, ya que la mayoría de los personajes ya no tenían habilidades que no pudieran demostrarse posibles mediante los nuevos experimentos científicos.

Un ejemplo claro es el Hombre Araña (Spiderman), que nació como un héroe de ciencia ficción y con el paso de los años había quedado anticuado. El género exige que toda afirmación que se haga esté sustentada, aunque sea de manera superficial, en el conocimiento científico real que se tenga al momento de escribir los relatos. El propio Stan Lee, redactor de los relatos de la historieta, había confesado que jamás pensó en justificar científicamente los poderes adquiridos por Peter Parker. Simplemente, quiso explicar el nacimiento del superhéroe aprovechando la imagen popular de la energía nuclear, un fenómeno visto durante las primeras décadas de la guerra fría como algo poderoso y peligroso. Entonces, concibió la mordedura de una araña radiactiva como causa de la sorprendente mutación del joven Parker.

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Por supuesto, pasados los años y conocidos a la perfección los efectos de la energía nuclear, no tendría ningún poder de fascinación sobre los jóvenes de la actualidad si se dijera que el Hombre Araña es producto de la radioactividad. La nueva versión del superhéroe explica que es mordido por una araña transgénica, algo poco más creíble por ciertas chances de probabilidad que existirían de mutaciones animales peligrosas o de efectos extraños.

Para más información, vea La Ciencia de los Superhéores, hoy a las 7.30 p.m. en Discovery Channel.