El Monopoly, el juego de mesa que ha llevado a miles de jugadores a convertirse en magnates inmobiliarios o acabar en la más absoluta bancarrota, cumple ahora 70 años, tras haber vendido más de 200 millones de unidades en todo el mundo.
 
A lo largo de este periodo, el Monopoly ha mostrado a los jugadores las enseñanzas del capitalismo más salvaje, aquel que exige a los aspirantes a millonarios una lucha sin cuartel y, por supuesto, sin compasión por el adversario.
 
El juego enseña además otra doctrina esencial del capitalismo, como es que las fortunas, por muy grandes que sean, no son eternas, y que para incrementarlas, es necesario invertirlas de manera acertada.
 
Así, el conocido juego, que sólo ha sido superado en ventas en los últimos años por el Trivial Pursuit, planteaba a los jugadores la posibilidad de adquirir edificios y hoteles en las grandes calles de las ciudades donde estaba ambientado.
 
De esta manera, podría decirse que el primer gran magnate inmobiliario estadounidense, antes que Donal Trump y otros grandes inversores, fue "Mr Monopoly", el orondo millonario con bigote que ilustra el juego, que ha sido traducido a una treintena de lenguas y adaptado a las características de 80 países.
 
La propia historia del Monopoly, que abraza los principios y la realidad del libre mercado, no deja de ser, en sí misma, irónica, pues nació en 1935, cuando Estados Unidos sufría todavía las secuelas de la dura depresión de 1929.
 
Este juego de mesa alcanzó una gran popularidad en esta época, en que buena parte de la población estaba desempleada y que utilizaba su tiempo en esta forma barata de entretenimiento, con dinero de juguete entre sus manos.
 
Desde entonces, el Monopoly se convirtió en un objeto de juego presente en prácticamente todos los hogares del mundo, convirtiéndose en el producto estrella de la empresa que lo patentó, Parker Bross, ahora propiedad de Hasbro.
 
De hecho, este juego salvó a la empresa de la bancarrota en los momentos más duros de la depresión.
 
Como objeto de culto, el Monopoly ha protagonizado historias de todo tipo, algunas de ellas curiosas, como las de la partida que duró 1.680 horas, unos 70 días, y que se considera la más larga de la historia de este juego, como explica en su página oficial en internet.
 
Además, los grandes aficionados a este juego no conocen de nacionalidades, como le ocurrió al español Antonio Zafra Fernández, que el año pasado se enfrentó y ganó a contrincantes de 36 países en el campeonato mundial en Tokio.
 
Zafra obtuvo como galardón un premio de 15.140 dólares, exactamente la misma cifra que el Monopoly reparte en cada juego entre sus jugadores.
 
También los grandes delincuentes se confiesan adictos a este juego, como ocurrió precisamente a los autores del famoso asalto al tren de Glasgow, ocurrido hace 40 años y considerado como el "robo del siglo" XX.
 
Los cerca de 14 cómplices del asalto se escondieron en una granja en Leatherslade, en el sur de Inglaterra, con el millonario botón, casi 4 millones de dólares de entonces (equivalentes a unos 65 millones de dólares actuales), y pasaron días jugando al "Monopoly" con dinero real.
 
El juego, que quedó impregnado con las huellas dactilares de los delincuentes, se convirtió entonces en una pieza clave para atraparles.
 
En este caso, el juego acabó en cárcel, como le ocurrió a Marc Cienkowski, un joven de Pensilvania que asesinó a su amigo Michael Klucznik de un disparo, por una discusión en medio del juego.
 
Con el paso de los años, el Monopoly ha tratado de mantener su cuota de mercado entre los juegos de mesa, aunque ello le ha obligado a lanzar distintas versiones para adaptarse a los gustos del consumidor.
 
La próxima versión, que será lanzada el próximo mes, coincidiendo con su 70 aniversario, será una recreación art-decó de este popular juego de mesa del que han participado ya 500 millones de personas en todo el mundo.