Luego de 48 horas de amotinamiento, cerca de 1.200 reos del antiguo penal García Moreno, ubicado en el Centro Histórico, liberaron ayer a 337 familiares que permanecían retenidos en el reclusorio desde el miércoles pasado.

Pese a que en horas de la mañana la situación era inalterable, a las 13h55, en medio de un operativo policial que incluyó un cordón de seguridad de 30 policías del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), los familiares, en su mayoría mujeres y niños, salieron por la puerta principal del centro.

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La decisión se adoptó luego de que el presidente del comité de internos, Washington Grueso, y el director nacional de Rehabilitación Social, Marco González, llegaron a un acuerdo para, en una reunión el próximo martes, tratar los trámites de prelibertad de los presos sentenciados por narcotráfico.

Las versiones de los familiares eran contradictorias, ya que mientras algunos indicaron que permanecieron en el centro por voluntad propia, otros manifestaron que fueron retenidos a la fuerza.

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Mónica salió en el primer grupo. De cabello rubio tinturado, sentada en su maltrecha silla de ruedas, expresó que en los dos días que permaneció en el antiguo penal no sufrió agresiones.

Pese al acuerdo con las autoridades de Rehabilitación, Grueso convocó a los internos de las 34 cárceles del país para que el próximo lunes inicien una huelga de hambre.

Mientras en Guayaquil, el interno Pablo Flores Hernández, quien está sentenciado a 25 años por violación, trató de fugarse ayer de la penitenciaría. Su evasión fue frustrada por un operativo policial y de guías penitenciarios.