Que nadie proclame la inocencia de Michael Moore cuando él arma sus diatribas políticas. El hombre es un verdugo a toda máquina las 24 horas de cada día y esta vez su blanco es el Presidente de los EE.UU. Armado de su cámara como si se tratara de un lanzallamas, el resultado es una furiosa mezcla de investigación periodística y guerrilla urbana combinadas con un sensacionalismo digno de los cráneos marketeros más refinados.