Madonna, la diva de la música pop, concurrió a un cementerio de Jerusalén en las primeras horas del domingo para participar de una ceremonia mística a la luz de las velas junto a la tumba de un sabio judío.
 
La cantante realiza una peregrinación de cinco días a Israel junto con 2.000 estudiantes de la Cábala, una tradición mística judía.
 
Después de visitar la tumba, Madonna fue al Muro de los Lamentos, uno de los lugares más sagrados del judaísmo, donde se alzaban los templos bíblicos.
 
El arribo de la artista, la más célebre que visita Israel en varios años, ha generado frenesí entre sus fanáticos y la prensa. Otros han criticado su interés en esa escuela esotérica judía.
 
Madonna viene de una familia católica, pero se ha inclinado ávidamente por la mística judía en los últimos años. Ha tomado el nombre judío de Ester, lleva un hilo rojo en la muñeca para apartar el mal de ojo y, según informes, se niega a actuar durante el Sabat judío.
 
Ninguna multitud de fanáticos chillones aguardaba a Madonna el domingo cuando arribó con su esposo, Guy Rotchie, al cementerio Kiriat Shaul flanqueada por policías con fusiles de asalto.
 
La pareja acudió a la tumba del rabino Yehuda Ashlag, autor del Sulam (escalera), un comentario sobre el texto canónico de los cabalistas, el Zohar (esplendor). Ashlag, nacido en Polonia, murió en 1954.
 
Encabezados por un rabino, Madonna y sus acompañantes rezaron y salmodiaron en torno de la tumba.
 
Los adeptos al misticismo judío creen que la oración junto a las tumbas de los sabios ayuda a realizar los deseos.