En medio de la Primera Guerra Mundial, Vladimir Lenin, ese notable experto en la política del poder, observó con una mezcla de asombro y convicción, “hace medio siglo en Alemania, un país miserable e insignificante, comparado con la fuerza de Inglaterra en aquel tiempo. Japón era también similarmente insignificante, comparado con Rusia. ¿Es concebible que en días o 20 años la fuerza relativa de las potencias siga sin cambios? Absolutamente inconcebible.”  Lenin se refería a una característica común de las relaciones internacionales: es decir, la ley del desarrollo desequilibrado. Al igual que algunos seres humanos crecen más rápido y más grandes que otros, también algunos países –y con los mismos resultados.

Si uno es poderoso y muscular y tiene una estatura cercana a los dos metros, usualmente podrá salirse con la suya contra el ser más pequeño y débil. Si uno es una gran potencia, o mejor todavía, la más grande superpotencia del mundo, los países más pequeños tienen poca influencia sobre uno. Esto ha sido cierto durante toda la historia, regresando cuando menos hasta los diálogos melianos en el siglo quinto A.C., en los cuales (según Tucydides) los atenienses dijeron llanamente a sus vecinos más débiles que debían rendirse ante el fuerte. Lenin con toda seguridad habría concordado. El poderío militar y económico por ello va mano a mano, y al inclinarse la balanza tarde o temprano llevaba a un cambio en la influencia relativa de las naciones. Visto a esta luz, usted estará interesado en un nuevo estudio de un equipo de economistas y planificadores de Goldman Sachs, llamado Dreaming with BRICs: The Path to 2050 (Soñando Con BRICs: El Camino al 2050.) Los BRICs –un nuevo acronímico en los asuntos mundiales– se refiere a Brasil, Rusia, India y China. Son grandes países en territorio y recursos, están muy poblados y, dice el equipo de Goldman Sachs, están aumentando su poderío económico.

La mitad del siglo 21 está muy lejos y, como dice el viejo proverbio inglés, entre el plato y la boca a veces se cae la sopa. Las cosas pueden salir muy mal, y hacer que las predicciones a largo plazo parezcan tontas. ¿Quién ahora recuerda los pronósticos del “Japón como número uno” en los ochentas? Pero los economistas de Goldman Sachs están conscientes de estos problemas y buscan considerarlos. “Asumiendo que la tasa de crecimiento de India continúe de x por ciento al año, entonces lo siguiente es probable...” Tienen razón al ser prudentes. Todo esto depende de que Brasil, Rusia, India y China sigan con éxito las políticas de crecimiento: el desarraigo de la corrupción, el aliento a la inversión de capital, mejorar su infraestructura, mejorar la educación y convertirse en plataformas de estabilidad política y transparencia. Aún así, asumiendo esto, las conclusiones en general sobre el futuro de BRICs son impresionantes y merecen atención. Dados los pronósticos de población para estos cuatro países, sus recursos materiales y su atractivo para los inversionistas emergentes al mercado, cree el equipo de Goldman Sachs, por ejemplo, que Brasil puede alcanzar una tasa de crecimiento del 3,6% anualmente en el curso de los próximos 50 años; si se puede hacer el interés compuesto y conoce el pronóstico demográfico para Brasil, rápidamente verá que tal tasa de crecimiento significa que sus ingresos per cápita serán cinco veces más grandes en medio siglo.

Los pronósticos para China, India y Rusia son todavía más brillantes. Rusia va a crecer a un ritmo más rápido que Brasil, pero se estabilizará para mediados de siglo. El aumento año con año de China en producto nacional bruto de cerca del 8% disminuirá al 5%, una cifra que la mayoría de los demás países envidiarían. Y el pronóstico para India es el más sorprendente de todos: una tasa de crecimiento de entre el 5 y el 6% anual que no va a desaparecer en los próximos 50 años, llevando a un incremento de treinta y cinco veces en el ingreso per cápita. El equipo de Goldman Sachs está más interesado en las implicaciones de todo esto para los flujos globales de capital, las oportunidades de inversión y el enorme aumento en las divisas de estos estados. Y, de hecho, aquellos que lean el reporte BRICs podrían sentirse tentados a retirar esos ahorros de bajo rendimiento en pensiones de sus fondos mutuos para enviarlos a Delhi y Río. Pero el reporte también es fascinante por sus implicaciones para los balances de poder del mundo.

Si la proyección se cumple, Brasil habrá superado la economía de Italia para 2025, y la de Francia para 2031. Rusia rebasará al Reino Unido para el año 2027, y Alemania en el 2028. De hecho, el reporte sugiere que para mediados de siglo únicamente Estados Unidos y Japón calificarán entre las principales seis economías del mundo (G6). Esto no es buena noticia para nuestra actual hiperpotencia, Estados Unidos, que será rebasado por la China como la economía más grande del mundo ($ 45 - $35 billones), y estrechamente seguida por India ($ 27 billones). Con toda seguridad, el americano promedio podría disfrutar todavía un ingreso más grande que los habitantes de China e India, pero la diferencia se habrá hecho menor significativamente  –y esto nos regresa al punto de Lenin– aquellas dos potencias asiáticas podrán, si lo desean, equiparar el gasto americano en la defensa. Las implicaciones de estos desarrollos hacen girar la cabeza, pero una cosa parece clara: ni el océano Índico ni el Pacífico occidental serán “un lago americano” dentro de 50 años. Las implicaciones dicen que el mundo del 2050 tendrá tres potencias realmente grandes –China, América e India– y un grupo de otras medianas, como Japón, Alemania y Bretaña, con Francia e Italia (debido a la disminución en su población y lentitud de crecimiento) comenzarán a caer del mapa.

Para Europa, esta no es una buena noticia, tampoco, y quizá el mejor argumento para la verdadera reunificación.  ¿Cuáles son los prospectos para estos escenarios? A pesar del cauto lenguaje reportado en el estudio BRICs, sus autores tienen una razonable confianza en que sus proyecciones económicas a largo plazo sean sensatas. Uno debe preguntarse, sin embargo, si se ha prestado suficiente atención a los esfuerzos políticos que podrían afectar los futuros de estas cuatro grandes naciones. ¿Qué pasará con la economía de India si Paquistán explota en una lucha que se derrame al otro lado de la frontera? ¿Cómo pueden los 1,5 millones de habitantes con ingresos, y por ello, niveles de consumo treinta y cinco veces más altos de los que tienen ahora, evitar el ecocidio completo? ¿Puede evitar Brasil levantamientos civiles y la destrucción de su ambiente? ¿Puede China, plagada por problemas internos, sostenerse? ¿Puede Rusia realmente crecer económicamente cuando pierde 750.000 personas al año por muerte o migración?

Es muy difícil para los países crecer y cambiar con suficiente rapidez sin grandes convulsiones y reveses, como demostraron Rusia y China el siglo pasado.  Pudiera no ser el tiempo de llevar todos sus fondos de pensiones al BRICs, pero este sorprendente reporte sugiere que cambiar una parte de su portafolios a los próximos gigantes venideros pudiera no ser una idea tan mala. Más importante todavía, sugiere que los políticos occidentales que piensan que el orden actual en el mundo durará todo este siglo necesitan reconsiderar en serio. Nunca es demasiado temprano para comenzar. 

*Paul Kennedy es Profesor de la cátedra Dillworth de Historia en la Universidad de Yale.
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