Apareció mientras yo dormía preso de una pesadilla. Un ejército de cobradores me gritaba obscenidades. Llegó sin aliento. Intuí que también huía de sus acreedores.
- Cada año sucede lo mismo. Los precios suben, los sueños se devalúan. El gobierno ignora la inflación de los anhelos, la quiebra de las quimeras.
- Las personas grandes te necesitan más que los niños.
Los adultos me convirtieron en adefesio. Traigo cosas; las cosas no dan amor. Hago comerciales, promuevo tarjetas de crédito, electrodomésticos, aceite, jabón, bancos, licores .
Antes se reunía la familia frente a un pesebre. También muelo publicidad. ¿Qué podemos hacer? Temo que nada, hijo. Somos parte del sistema. Mira: tengo los bolsillos llenos de muestras gratuitas. Soy un prostituto del marketing.
¿Antes no era así?
Respetaban el mito, pues curaba tristezas, daba esperanza, fabricaba sencillas alegrías. Solo lo ideal era viable. Me clonaron en múltiples centros comerciales. Ahora soy un viejo panzón que huele a hollín, defrauda a millones de niños. Todos escriben, mas la mayoría se queda sin respuesta. Soy un estafador al que tirarán piedras cualquier día de estos.
¿Por qué no construir bancos del ensueño, mutualistas del anhelo, comisariatos de la fantasía? Los hay: la poesía, la música, el arte, la bondad sencilla, la ternura inconfesada. Dar de todo a todos no es negocio. Con la fantasía siempre se trabaja con elevadas pérdidas.
¿Qué me aconsejas?
No sé... ¿Otro diluvio?
Siempre unos se salvan.
¿Nadie merece el rescate?
Claro que sí. Los soñadores sobregirados del amor que se declaran en huelga de sueños quebrados, dan la vida por una estrella, no saben cómo entregarse pero son prontos en compartir. Cada día son menos.
¿Y si fueras parte de una junta de gobierno?
No tengo apellido. “Presidente Papá Noel” no suena serio. Eso de Santa Claus me ubica de hecho dentro de una ideología derechista.
¿A qué atribuyes el fracaso de los adultos?
Sueñan con poseer, figurar. No aman a la naturaleza. Para agasajarme arrancan millones de pinos. Si hablas de ideales, amor desinteresado, te dicen... te dicen...
¿Qué es lo que dicen?
Me da vergüenza repetirlo... Dicen que crees en Papá Noel.
Pero tú, ¿qué piensas?
Lo importante no es que yo exista sino que crean en mí. Por ello sigo con la utopía. Te confieso que tomé cita donde el psiquiatra.
De orate no tienes nada. Ese es el problema, Bernard. Ya no puedo realizar locuras. Mataron la fantasía. Soy un sueño caducado. Trataré de amanecer el 25 en el corazón del poeta, la prostituta idealista, la monja enamorada de su causa, niños que siguen esperando al colectivo que nunca salió de ninguna parte, seres ávidos de perfección.
¿Qué es la perfección?
Amor petrificado, catedral hecha de ternura, fe inmensa más fuerte que todas las religiones juntas. Una locura, en fin, como cualquier otra. Creo que extraño al chiquillo del pesebre. Acabaron con él. Le tiraron juguetes hasta matarlo.