La cinta franco-belga La fuerza del corazón, de la directora Solveig Anspach, es lenta y transcurre sin mayores sobresaltos, aunque el tema que toca es sobrecogedor. ¿Estamos, entonces, ante una buena o mala película? No hay respuestas absolutas. Depende del gusto de quien la mire. Quizá por eso sobre este filme (que ha ganado varios festivales internacionales de cine), se halla en Internet textos que la elogian, como también muchos otros que la descalifican.

La lentitud y la tranquilidad con que avanza la cinta, que parecieran jugar en desmedro del largometraje, el primero de Anspach, son, por el contrario, el ambiente propicio para el desarrollo del argumento. Le dan veracidad a una ficción que parte de una experiencia vital de la directora: un cáncer de mama y lo que esta enfermedad implica.

Publicidad

Emma (Karin Virad), una contrabajista treintañera, espera un hijo de su pareja, un estudiante de literatura, que parece no estar feliz con el acontecimiento. Luego, Emma recibe una mala noticia: tiene cáncer de mama. El médico que la atiende le dice que debe abortar para poder someterla al tratamiento. Ella se niega al aborto.

Junto con Simón (así se llama su pareja), Emma decide consultar a otros médicos, quienes le dan esperanzas de luchar por su vida sin perder al bebé. Sin embargo, nada es fácil. Aunque la enfermedad une más a la pareja, cuyo amor deviene en solidaridad, tanto Emma como Simón tienen que enfrentarse a una serie de conflictos.

Publicidad

Ella vive en una permanente incertidumbre y asiste con resignación y valentía al deterioro de su cuerpo. El pelo empieza a caérsele, por lo cual se rapa.  No sabe si cuando le extirpen el seno pueda seguir pareciendo atractiva a los ojos de su pareja. Él está abrumado.

Si el embarazo se interrumpe o continúa o si ella logra salvarse, el lector lo sabrá cuando asista al cine. Lo interesante de esta cinta es la sobriedad con que se aborda un tema como este. Registra paso a paso el tratamiento al que se somete Emma. Se ve cuando los médicos la examinan. Las blancas habitaciones del hospital, al igual que la palidez del rostro de la paciente, quien lucha por su vida con una silenciosa y conmovedora heroicidad. La heroicidad que está en las pequeñas batallas personales.

Más que acciones hay emociones. Más que demostraciones externas, apuesta por el interior de la protagonista. Es una cinta pulcra como las salas de los hospitales que muestra, e íntima y optimista, pese a todo.  La exhiben en las salas de Cinemark.