Beverly Whipple, vicepresidenta de la Sociedad Mundial de Sexología (WAS), publicó con este nombre un artículo sobre Nuevas Investigaciones en Sexualidad Femenina . Para entenderlas, hay que recordar primero las diferencias de la respuesta sexual femenina con relación a la masculina y luego qué es el punto G.
La respuesta sexual humana, según los sexólogos Masters y Johnson tiene cuatro fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución. Tienen su origen fisiológico en la vasodilatación (aumento del calibre vascular con congestión sanguínea) y la miotonía (contracción de grupos musculares determinados), que se expresa en todo el organismo, pero preferentemente en el aparato genital.
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Diferencias entre la respuesta masculina y femenina: 1) La excitación del varón es más rápida. 2) Su orgasmo está ligado a la eyaculación o salida de líquido seminal y 3) Luego de la eyaculación, el hombre entra en un proceso de inexcitabilidad, que dura algunas horas, mientras que en la mujer la excitación es más lenta. Si él termina cuando ella está en esta fase, la hinchazón de sus órganos se mantiene por algún tiempo como una inflamación molestosa. Pero, si llega al orgasmo, luego de él, la mujer puede volver a la meseta y tener otro o varios orgasmos.
El punto G, según Whipple, es un sitio entre la uretra y el clítoris que sería muy sensible y que conduciría a la mujer al orgasmo. Dicho de esta forma, hizo creer a muchos hombres que bastaba con “pulsar” el punto G para que su pareja culminara. Eso es reducir el acto a una operación mecánica de tocar una tecla como en una computadora. Esto no es así. En el artículo, Whipple hace notar que el varón es llevado por un solo objetivo a la relación: tener una eyaculación. A la mujer le interesa el camino, más que llegar a la meta como sea. El proceso de excitación debe ser una mezcla de caricias, halagos, desde luego, después de haber terminado cualquier resentimiento o disgusto. Si las caricias son tiernas, románticas y agradables, se transforma en un objetivo en sí mismo y avanzar más allá es una tarea muy grata, pero no urgente. Analiza también argumentos a favor y en contra de una supuesta eyaculación femenina, que sería un líquido similar al prostático en el hombre, que aparece en algunas mujeres, en cantidades apreciables durante el orgasmo.
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También nos relata que hay mujeres capaces de llegar a recorrer todo el camino por solo estímulos psicológicos, como recuerdos o fantasías y que el punto G tiene un efecto anestésico, que ayuda a que la mujer no sufra en el parto y que hay otras vías para la sensación placentera, que puede ser el nervio vago. Lo importante es reconocer las diferencias entre la sensibilidad, el erotismo, el romanticismo, frente al “genitalismo” a veces excesivo y ridículo del varón, que debe aprender a compartir y saber que es suficientemente placentero el sentirse mutuamente deseantes y deseados sin estar obsesionados por llegar al orgasmo y que a veces la pareja que se acerca al hombre casado maduro no desea “hacer el amor completo” sino solo ser acariciada, piropeada, es decir, amada.