Desde hace 20 años creó su propia productora, donde grabó sus diez materiales discográficos.
Sociabiliza con las personas rápidamente, incluso se atreve a preguntar muy a fondo sobre el modo de trabajo de otros oficios y profesiones. Es el cantante, tecladista y pianista guayaquileño Omar Montalvo Landín, de 45 años, quien se dedica desde hace 26 a dirigir Omar Montalvo y su conjunto show.
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Comenta que su carrera artística le es innata, pues su padre, el abogado Alberto Montalvo Ochoa, se vinculó con la literatura. No publicó ningún libro, sin embargo, su descendencia desea recopilar sus trabajos en una o varias obras.
El escritor ambateño Juan Montalvo fue uno de sus ancestros. Dice entusiasta que hace meses visitó el restaurante Lo Nuestro y vio en una de sus paredes recortes de periódico de su abuelo materno, Carlos Landín Pesantes, quien fue el primer actor ecuatoriano que filmó películas en mudo, como Incendio en Guayaquil, Dónde está la guagua y Guayaquil de mis amores.
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Indica que su madre, Lorgia Landín Marcos, es uno de los referentes fundamentales en su formación familiar, pues le hizo comprender que ser ama de casa es un trabajo como cualquier otro, que merece una recompensa más que nada sentimental y emocional.
Son ocho hermanos. Él es el sexto y todos se relacionaron con un instrumento musical, así como sus tíos y algunos de sus sobrinos, entre los que están José Daniel y Danilo Parra. El cantante César Augusto Montalvo es su primo.
En su adolescencia fue baterista de una iglesia católica y confiesa que no le preocupa cantar para otras doctrinas religiosas. Con el pago de 75 sucres de su primer trabajo (16 años) se compró ropa.
Formó grupos musicales como Las Monedas, con el que tuvo un accidente automovilístico cuando regresaba de la playa por presentaciones. El bajista Carlos Romero murió y los demás resultaron heridos. Omar tiene marcas cerca del labio superior, en la mandíbula y el brazo derecho.
En 1977 formó su conjunto show, estudió aviación y se casó con María Isabel Flores. Por diez años viajó con su grupo en una avioneta de la Escuela de Aviación del Aeroclub del Ecuador, pero pensó que su hogar era más importante, por lo que dejó esa afición.
Sus hijos Omar (25) y Alejandro (21) lo acompañan desde 1999 como bajista y baterista, respectivamente. Cristina, de 12, es su tercera hija. Juntos comparten la navegación por el estero Salado. Lo hacen dos veces al mes. Desde hace doce años tiene su propia casa en Puerto Azul, en la que hay un piano y siete teclados. Tiene un jardín que cuida todos los días. Desde 1997 colecciona bonsáis. Su piscina tiene la forma de un piano, igual al diseño de la que tenía en su casa el pianista español Liberace.