Glotones ha habido desde tiempos inmemoriales. Gargantúa ha sido uno de sus prototipos. Montalvo ridiculizó el desaforado apetito de Ignacio Veintemilla. En Las Catilinarias dice: “Oh Dios, cómo engulle y cómo devora piezas grandes…
carne el primer plato, carne el segundo, carne el tercero; diez, veinte, treinta carnes. ¿Se llenó?, ¿se hartó?… Sigue comiendo para beber y sigue bebiendo para comer. Morgante Maggiore se comía de una sentada un elefante y sin sobrar sino las patas, Ignacio Veintemilla se lo come con patas y todo”.

En un reciente viaje por Portugal, tuve la oportunidad de visitar el hermoso monasterio de Santa María de Alcabaza, en la ciudad del mismo nombre, situada a poca distancia de Lisboa. El monasterio, de arquitectura románica, fue fundado en el siglo XII y reconstruido y restaurado en los siguientes siglos.

Desde que, por disposición legal fueron clausurados todos los monasterios de Portugal y convertidos en museos y otros centros culturales, el de Alcabaza se ha convertido en sitio turístico de primer orden.

El corazón del monasterio es, sin duda, la monumental y bella iglesia de tipo gótico primitivo. Las tres naves tienen una longitud de 95 metros. Los claustros y más edificios, de grandes dimensiones, los patios y jardines constituyen una armónica y compleja estructura que ocupa varias hectáreas.

Ubicado el monasterio en una zona privilegiada, fértil, en donde confluyen dos ríos y el clima es suave y placentero, los monjes gozaron de la buena mesa: abundante y exquisita comida, vino propio y postres para satisfacer a los más exigentes. El resultado fue que muchos de ellos engordaron sin medida y algunos llegaron a tal obesidad que sus vientres parecían de embarazo de ocho meses.

Todo iba en santa paz y sosiego hasta que al nuevo abad le pareció que la gordura y obesidad de los religiosos contrastaban tanto con la pobreza y flacura de los campesinos de la región que consideró oportuno poner en práctica alguna medida sutil para evitar el contraste y estar más de acuerdo con los principios cristianos de templanza, no ostentación y ayuda a los pobres.

Ordenó abrir, en una de las gruesas paredes del enorme refectorio, un estrecho paso, una puerta, por donde tenían que pasar los monjes de un lado al otro para entrar al refectorio. Los que aún no se habían engordado tanto gozaban de la gracia de acceder a la mesa, pero no tan rica y abundante como antes, los demás quedaban sometidos a una dieta de pan duro y agua hasta cuando pudiesen, dignamente, pasar por la puerta del tormento.

En la actualidad hay países, como EE.UU., en donde el sobrepeso y la obesidad constituyen problemas de mucha preocupación. Han adquirido las dimensiones de epidemias. Entre nosotros lo grave es la pobreza y la desnutrición, pero también aquí el sobrepeso y obesidad, en cierto estratos sociales están aumentando. Que bien resultaría una medida como la descrita antes.