En la Olimpíada México 68 le arrebataron la presea dorada.

Todas las medallas, reconocimientos, distinciones, fotos y recortes de periódicos que guarda con recelo en dos álbumes no ocultan la frustración de Rafael Domingo Anchundia Delgado, quien fue despojado de la presea dorada en México.
El pugilista recuerda que en la pelea contra el ruso Sokolov el fallo de los jueces, por 3 a 2 en su contra, le arrebató la posibilidad de ser el primer medallista olímpico del país.

A Anchundia, quien había enviado por dos ocasiones a la lona al ruso, el juez central le alzó la mano en señal de victoria, pero luego decretaron un nuevo fallo en el que dieron la pelea a Sokolov, en la categoría peso pluma.
Su conciencia y el respaldo que recibió de la afición ecuatoriana y el periodismo le dio la fuerza necesaria para pasar ese trago amargo. El Comité Olímpico Ecuatoriano apeló, pero el reclamo no tuvo eco.
Ecuador participó en la olimpíada azteca con dos boxeadores: Rafael Anchundia y Samuel Valencia; los rusos tuvieron representantes en todas las categorías.

A pesar del tiempo Anchundia se siente impotente ante esa decisión.
En los Juegos Bolivarianos que se realizaron en Chile también fue perjudicado.
Fue un deportista muy disciplinado dentro del cuadrilátero, pero fuera de él abusó de su suerte, no se cuidó y eso lo alejó de lo que fue parte de su vida: el boxeo.

Publicidad

Cuando en la cartelera se exhibía el combate de El Gallito de México, como se lo conocía a Rafael Anchundia, el coliseo Voltaire Paladines Polo se llenaba totalmente. Fue aclamado por la multitud. Siempre respondió a la expectativa, su compromiso con las personas que pagaban por verlo en accíón. Aunque se inició en Emelec, Rafael Anchundia fue federado por la Federación Deportiva del Guayas.

En 1967 viajó al panamericano de Winnipeg, Canadá, pero en las prácticas se lesionó (fisura) el dedo medio de la mano izquierda. Eso le impidió pelear.

Rafael Anchundia Delgado llegó al cuadrilátero en 1963, a los 15 años.

Publicidad

Enrique Bozza, amigo del boxeador, lo invitó al gimnasio Hércules de Gómez Rendón y Av. del Ejército, de ese lugar Anchundia salió asustado luego de observar los corpulentos cuerpos de las personas que acudían diariamente.
Bozza notó en Anchundia condiciones para boxear, por eso lo condujo al ring del estadio Capwell. Allí lo puso en contacto con José Rosero Abril, su primer entrenador.

En 1965 fue seleccionado bolivariano, pero en la pelea ante el quiteño Petiso Sánchez perdió y no pudo viajar.
Hasta 1970 el púgil fue deportista amateur, en 1971 inició su ciclo profesional con puño firme.
Una vez retirado se dedicó por un año y diez meses a entrenar a jóvenes promesas del boxeo.

Publicidad

Huérfano de padre (Rafael Anchundia Casquete), el pugilista jamás se imaginó que con el boxeo iba a alcanzar sus mayores satisfacciones, se sintió un ídolo, porque así el público lo consideró siempre.

Celinda Delgado Rodríguez, su madre, nunca compartió lo que Rafael hacía, por eso jamás observó ni escuchó ninguna pelea. Solo preguntaba a los amigos el resultado y cómo se encontraba su hijo.
La mayor aspiración de Rafael Anchundia, a sus 56 años, es gozar de buena salud.

MUY PERSONAL
Nombres: Rafael Domingo Anchundia Delgado.

Lugar y fecha de nacimiento:
Guayaquil, 12 de mayo de 1946.

Estado civil: Soltero.

Publicidad

Hijos: Cinco. Alexandra, Yolanda, Juan Alfredo, Rafael y Jéssica. Ocho nietos.

Categorías: Minimosca, mosca, gallo, pluma y ligero juniors.

Palmarés: De 20 años como boxeador 10 peleó como amateur y 10 profesionalmente. Fue campeón latinoamericano, suramericano, continental. Cuatro veces campeón amateur de Fedeguayas, tres campeón nacional. Fue seleccionado para los juegos olímpicos en México.

Cargo actual: Administrador del complejo deportivo Cuatro Mosqueteros, de la Federación Deportiva del Guayas.