Juana Guarderas fue admiradora de la actriz Susana Pautasso desde que era una adolescente. Fue tanto ese impacto que convirtió al teatro actividad en su profesión, que ha cultivado por cerca de 40 años. Pautasso no fue únicamente su maestra sino su entrañable compañera. Ahora llora su muerte. Durante su trabajo en el Ecuador, Pautasso fue admirada por varias de sus virtudes: fue una mujer de carácter para tomar decisiones e incentivar emprendimientos. Fue notable su talento para la actuación, para la dirección y para llevar a las tablas realidades sociales.

¿Qué significa para usted la partida de Susana Pautasso?

Estoy con toda esta emoción a flor de piel por la partida de Susana. Ha sido un momento impactante (...). Al ser una persona con un fuerte nivel de espiritualidad, de alguna manera nos preparó para que cuando llegue el momento de su partida entendamos su forma de enfrentar la vida.

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¿Susana Pautasso dejó más enseñanzas?

Susana tuvo una calidad actoral impresionante; trabajó mucho las sutilezas. Al ser ella una muy buena actriz también fue una excelente maestra y directora. Sabía enseñar y hacer actuar.

Si ahora tendría la oportunidad de tenerla a Susana Pautasso frente a usted, por unos 15 segundos, ¿qué le diría?

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Le diría o le digo, porque yo estoy en constante comunicación con ella en su más allá, que le entiendo.

¿Que le entiende qué?

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Que le entiendo en gran medida sus búsquedas. Que le entiendo y le respeto lo que ella ha sido. Creo que ha sido una mujer muy coherente consigo misma. Le dijera: me saco el sombrero frente a tu coherencia contigo misma.

¿Susana fue su inspiración para esta actividad?

Cuando ella trabajaba en el Grupo Malayerba yo sentía gran admiración de las obras en las que ella participaba, como Mujeres, La fanesca, Robinson Crusoe, Doña Rosita, la soltera, Galería de sombras imaginarias, Añicos... De Susana me impresionaba esa capacidad de representar a esos personajes con tanta sutileza. Para mí era una grande, una actriz con letras mayúsculas. Yo decía: ‘Wow: así quisiera actuar alguna vez en la vida; así quisiera ser yo’.

¿Y aún no llega ese momento para usted?

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Creo que somos seres distintos también. Uno no puede tratar de replicarle. Y no creo que es necesario ni lícito, ni sano querer emular al alguien. Pero sí aprender de esa persona y de apropiarse, en el mejor sentido de la palabra, de sus virtudes; es decir, hacer propia, hacer carne, hacer piel de eso que uno aprende del otro. No creo que sea sano el tratar de imitar exactamente a alguien porque no se puede y no tiene sentido, pero sí aprender de esa persona y eso es lo que yo he intentado con Susana.

Usted pudo aprender mucho de Susana Pautasso...

En La venadita... aprendí mucho. En esa obra Susana estuvo conmigo al detalle, con la sutileza de la búsqueda de la palabra precisa, de la acción precisa, del gesto preciso, de la levantada de la cara, de cosas muy sutiles que no eran solamente exteriores, sino también internas porque ella es, digo, es porque para mí está presente, una presencia profunda. Ella es un ser de profundidades... (I)