Son las diez de la noche. Tienes sueño y te propusiste acostarte temprano. Te pones el pijama, te lavas los dientes, te acuestas y chequeas tu celular una última vez antes de apagar la luz... horas más tarde es de madrugada y tú sigues mirando tu teléfono. ¿Te ha pasado? Pues quedarse “prendido” a un dispositivo tecnológico es una experiencia muy común. Y este comportamiento no es casual.
















