La forma más adecuada para congelarlas es desechar las que no estén en buenas condiciones, especialmente si presentan moho. Aquellas que sí son óptimas, las lavamos y dejamos que escurran el agua en un colador para que luego no se forme escarcha y cueste más separarlas.

Luego, hay que colocarlas en un recipiente amplio, de modo que las fresas no se apelmacen. También podemos congelarlas en papel de aluminio, envolviéndolas de forma separada, o introducirlas en una cubitera con un poco de agua alrededor. Pasadas unas horas, tendrás los cubitos de fresa listos para enfriar.

Las fresas congeladas son una excelente manera para preparar granizados, batidos, smoothies y helados. (F)