En China, donde según la tradición las madres y sus bebés deben permanecer confinados y ser mimados durante un mes tras el parto, lujosos centros especializados proponen estancias mensuales por unos 12.000 dólares.

Clases de yoga, salones de masajes, niñeras, pasteles hechos por cocineros siempre disponibles... Bienvenidos a un "centro de descanso posnatal" de Shanghái (este), donde todo está pensado para garantizar el bienestar de las familias.

La cultura tradicional china impone a las jóvenes madres limitar al máximo los esfuerzos, la exposición a las corrientes de aire y los alimentos picantes en el mes posterior al parto.

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Deben cuidar mucho su salud y, por lo general, permanecen en casa, aunque se multiplican los establecimientos especializados, como el centro posnatal internacional del lago Malaren, en Shanghái. Precio mensual: 70.000 yuanes, unos 11.000 dólares.

"Preferíamos encontrar una estructura profesional para ocuparse de nuestro bebé. No teníamos experiencia en este ámbito", explica Yu Xueting, de 34 años, junto a su hijo Kangkang, nacido hace unas semanas.

Un ejército de enfermeras, auxiliares médicos y expertos dedica todo tipo de cuidados a los inquilinos de este establecimiento moderno, cuya arquitectura está inspirada en la del norte de Europa.

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Una niñera duerme en la misma habitación que la madre y su bebé. Un estudio fotográfico documenta los primeros instante de la vida del recién nacido. Y unos profesores enseñan a las madres cómo ocuparse del niño y de ellas mismas.

En cuanto a los padres, también pueden instalarse en el centro si lo desean, pero suelen conformarse con visitar a sus mujeres.

Para Yu Xueting, que trabaja en la compañía de informática estadounidense Hewlett-Packard, la estancia en este establecimiento permite "liberar a la familia".

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"Si uno vuelve enseguida a casa con el bebé, nadie podrá dormir correctamente. Tengo una baja por maternidad, así que a mí no me importa, pero mi marido debe ir a trabajar todos los días", explica.

Sin ducha 

La tradición del descanso posparto se remonta al año 200 antes de Cristo, explica Elizabeth Hui-Choi, profesora en la escuela de enfermería de la Universidad de Hong Kong.

Las emperatrices eran entonces objeto de una atención especial después de dar a luz. Debían seguir una dieta especial y recibir cuidados para recuperarse cuanto antes y evitar las enfermedades.

"Para la gente de aquella época, tratar bien a la madre era benéfico para el bebé. Y esa idea se ha mantenido hasta la actualidad", dice Hui-Choi.

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Las madres que siguen a rajatabla esas costumbres antiguas no se duchan, no se lavan los dientes y no salen a la calle durante un mes, ya que se cree que eso puede alterar el equilibrio térmico y espiritual del cuerpo.

Yu Sueting no se lavó el pelo durante una semana hasta que los médicos del centro le aseguraron que no era necesario.

Muchos expertos chinos recomiendan ahora una actitud más pragmática, a medio camino entre las medicinas china y occidental. Para ellos, algunos rituales antiguos no son higiénicos y pueden reforzar el sentimiento de aislamiento de las mujeres y dar lugar a una depresión posparto.

Según el periódico estatal Legal Daily, el número de centros posnatales en China se ha disparado en los últimos años, pasando de varias decenas en el año 2000 a más de 4000 en 2017.

Una de las causas de este cambio es que las chinas tienen su primer niño más tarde porque cursan más estudios que años atrás. Los abuelos son, por tanto, mayores y menos capaces de ayudar a las madres primerizas, que recurren a una ayuda externa.

Seis comidas al día 

El rápido aumento del nivel de vida en el país desde hace más de 30 años también ha contribuido a la aparición de este tipo de centros.

La demanda también ha aumentado desde que China flexibilizó en 2015 su política de limitación de los nacimientos: los padres que ya tienen un hijo pueden tener problemas para ocuparse solos de su bebé.

Pero la tradición del mes posnatal, muy respetada en China, se ve con escepticismo desde el extranjero, como explica Xu Jingfang, la madre del pequeño Kirk, que ha tenido con su marido británico.

"Al principio le parecía muy extraño. Me dijo: 'Vas a tener un bebé, no una operación a corazón abierto'", recuerda esta treintañera, una de las 80 madres que residen actualmente en el centro posanatal de Shanghái.

"Todos sus amigos y allegados" decidieron recurrir a uno de estos establecimientos, asegura Xu. "Es mucho más sencillo. Aquí, hay cuidados para el bebé durante las 24 horas del día. Hay alguien que cocina seis comidas diarias para nosotros", añade.

Pero ¿no será demasiado difícil volver a casa tras una estancia en un lugar tan lujoso?

"He contratado a una niñera en casa -dice-. Creo que la vida será más interesante que aquí, donde a veces me aburro un poco. Pero también será más difícil". (I)