Leonardo Padura le lleva unos años de ventaja al inspector Mario Conde. Su personaje protagónico, próximo a cumplir 60, reflexiona con algo de incertidumbre en la novela La transparencia del tiempo cómo le resta menos tiempo del que ha vivido: dos y dos son cuatro. O mejor: cuatro menos tres es uno..., solo uno, un cuarto de vida. La cifra le suena “como una ratificación incontestable de lo que su físico y su espíritu iban sintiendo desde hacía algún tiempo: la obscena llegada de la vejez”, escribe Padura. Pero el autor cubano no comparte el sentimiento de Conde.